La religión constituye un elemento muy notable en la obra literaria de Cervantes y es, ciertamente, uno de los más importantes a la hora de calibrar el pensamiento del escritor. La presencia de este componente se ha analizado, sobre todo, en la narrativa, y fundamentalmente en el Quijote (anticlericalismo, influjos erasmistas, actitud frente a los moriscos y conversos, todo ello puesto en relación con los posibles antecedentes judaicos del autor…); algo menos en lo que atañe al teatro y muy poco, hasta donde se me alcanza, en el terreno de la poesía.
Pues bien, en sucesivas entradas pretendo llevar a cabo un rastreo amplio, no exhaustivo, de la presencia de los elementos religiosos en la lírica cervantina, tanto en las poesías sueltas como en las insertas en obras pertenecientes a otros géneros (narrativa y teatro). Mi análisis se articulará en seis apartados: 1) poemas hagiográficos; 2) poemas de temática mariana; 3) otros poemas con importante presencia del elemento religioso; 4) presencia de la religión en los poemas de tema histórico y bélico; 5) elementos religiosos en la poesía satírico burlesca; y 6) alusiones microtextuales. Examinaremos, pues, por separado lo relativo a cada apartado, comenzando por algunos poemas hagiográficos.
Uno de ellos es el soneto a san Francisco de Asís, que fue recogido por fray Pedro de Padilla en su Jardín espiritual (1585) y por Justo de Sancha en su Romancero y cancionero sagrados (BAE, XXXV):
Muestra su ingenio el que es pintor curioso
cuando pinta al desnudo una figura,
donde la traza, el arte y compostura
ningún velo la cubra artificioso.Vos, seráfico Padre, y vos, hermoso
retrato de Jesús, sois la pintura
al desnudo pintada, en tal hechura
que Dios nos muestra ser pintor famoso.Las sombras de ser mártir descubristes;
los lejos, en que estáis allá en el cielo
en soberana silla colocado;las colores, las llagas que tuvistes,
tanto las suben que se admira el suelo,
y el pintor en la obra se ha pagado[1].
Como vemos, se trata de un soneto que parte de la imagen Dios=Divino Pintor y hace un uso ingenioso del léxico de la pintura (sombras, lejos, colores…), afirmando de san Francisco que es «hermoso / retrato de Jesús»; cabe destacar además el juego dilógico del último verso, «y el pintor en la obra se ha pagado» (‘ha recibido el pago por su obra’ y ‘ha quedado satisfecho con ella’). Por lo demás, las rimas conseguidas con formas verbales (descubristes, tuvistes) restan aliento poético a la composición, que en conjunto no es demasiado lograda.
[1] Miguel de Cervantes, Poesías completas, ed. de Vicente Gaos, Madrid, Castalia, 1981, vol. II, pp. 354-355. En este poema —y lo mismo haré en otros que citaré en próximas entradas— retoco ligeramente, sin indicarlo, la puntuación y las grafías. De aquí en adelante, las referencias a las Poesías completas serán tomadas de la citada edición de Gaos y solo se indicará el volumen y el número de página.
Carlos, un favor: ¿conoces a alguien que pueda/quiera leer un par de páginas que escribí sobre el cautiverio de Cervantes en Berbería y sea capaz de decirme si están escritas en un «español de España»? Me dice un amigo: las leo y las entiendo, María, pero tu lenguaje me suena raro. La sintaxis mía no le parece del todo ortodoxa; no llega a decirme que se percibe la influencia del Spanglish en mi escrito, pero se lo puedo leer entre líneas (no me molestaría nada si me lo llegara a decir). El internet está haciendo que cambie el español que hablamos, que cada vez es más internacional (ver Agencia EFE), pero si empieza a ocurrir que no nos entendemos, malorum causa. ¡Ni tan castizos ni tan modernos ni tan académicos! Es difícil atinar con el tono. Quiero que me critique (tan duro como sea menester) una persona con fuerte criterio y seguridad en sí mismo/a. Por favor, ayúdame si me puedes ayudar a hallar esa persona, quienquiera sea.
María Eugenia
Bueno, María Eugenia, si son solo dos páginas, yo mismo me ofrezco voluntario…