«En tiempo fechado» de Jorge Guillén: el deseo de Dios y la presencia de la muerte (y 2)

La presencia de la muerte se irá intensificando poco a poco hacia el final de «En tiempo fechado» (la cuarta parte de Final): en el poema «Misterioso» se habla de Salinas, el amigo muerto; en el titulado «La pareja», el poeta se refiere metafóricamente a la muerte, que es esa segunda persona a la que se dirige: una muerte personificada como mujer con la que se ha de realizar el último viaje (tengo en mente la obra de Casona, La dama del alba). Véanse si no estos versos:

Porque estás ahí conmigo.
Amor absolutamente
Fatal. Es nuestro destino.
Esos conatos del énfasis
Bien unidos son sencillos.
Va a salir el sol. Que alumbre
Nuestro abrazo: sol ya íntimo.

En el poema siguiente, «Otra fe también», el poeta vuelve a mostrarse consciente de que se acerca su propia muerte: «Me moriré. Mal trago triste y justo. / Esta es mi humilde fe». El último poema, en fin, que he comentado ya en otra entrada, puede considerarse como el legado testamentario de Guillén.

Jorge Guillén, Antologia poéticaHemos visto cómo la muerte se ha ido haciendo presente poco a poco en los últimos poemas de la tercera sección. La colocación de estos poemas prácticamente al final del libro —pues la quinta parte, relacionada simétricamente con la segunda, es muy breve— es también significativa. Un Guillén ya muy anciano es consciente de que su muerte no está lejana; pero al poeta le queda el consuelo y la satisfacción de que nos deja el conjunto de su obra como «Un honesto servicio de cultura». En suma, en estos poemas volvemos a encontrar, como indica Zuleta, la aceptación completa de un orden «en el que el hombre admite su mortalidad, de veras integrado en la Naturaleza»[1].


[1] Emilia de Zuleta, «Lección final de Jorge Guillén», Revista de Literaturas Modernas (Mendoza, Argentina), 20, 1987, p. 66. Ver para más detalles Carlos Mata Induráin, «La cuarta parte de «Final», de Jorge Guillén: «En tiempo fechado». Ordenación temática»Rilce. Revista de Filología Hispánica, 13.1, 1997, pp. 74-101.

«En tiempo fechado» de Jorge Guillén: el deseo de Dios y la presencia de la muerte (1)

Jorge GuillénEstudio de forma conjunta estos dos temas por una razón muy sencilla: la presencia de la Divinidad, de algo que trasciende la vida de este mundo, está presentida o deseada en varios poemas de la primera sección, como ahora señalaré; en estos casos, esas referencias no van unidas a la idea de la muerte. Ahora bien, al final de la tercera sección —que es prácticamente el final del libro, si excluimos la breve quinta parte— se concentran, seguidos, varios poemas en los que reaparece de forma insistente ese anhelo de Divinidad, y aquí ya sí se une claramente la conciencia de una muerte muy próxima, de un final ya cercano (el orden de colocación de estos poemas me parece bien significativo). Esta es la razón por la que estudio estos dos temas distintos bajo un único epígrafe.

Comenzaré señalando los poemas de la primera sección que hacen referencia a Dios: en «La primera frase», el primer poema de «En tiempo fechado», se habla de «el protagonista divino» como «Alguien no material», que es quien pronuncia las palabras que son origen primero de la creación desde la nada: «Fiat lux». En el poema sexto, «La tierra y el hombre», observamos de nuevo el poder revelador de lo creado, de la naturaleza: el contacto con esa tierra «Sometida a labores» diariamente constituye para quien la trabaja «visión del Ser que Es»:

«Geórgica primera.» Se requiere
Gran poeta, maestro verdadero
Para «cantar» ahondando con precisa
Mirada, con saber muy competente
De labrador contemplativo, tierra
Sometida a labores: gran esfuerzo
Que a esta altura es fervor, palabra intensa.
Este contacto con la vida misma,
Con esa realidad tan inmediata
Y siempre trabajada constituye
Visión, visión del Ser que Es, fecundo
Sin retorno a bucólica. Virgilio,
Poeta extraordinario, nos lo advierte.

Es idea que expresa Aranguren con estas palabras: «La Creación se revela, más aún, es Reveladora y Revelación. Jorge Guillén es, a la vez, abierto y resueltamente limitado. Por eso escribe: La Creación se revela de tal modo que puede postular una vía posible hacia un Creador»[1]. Este poema guarda una indudable relación con el titulado «Amor de Santa Teresa», en el que se insiste en la cercanía de Dios, que se halla entre los objetos más humildes y sencillos:

La tierra y los humanos son un medio
Que merece atención. También es vía,
Siempre hacia Dios, distante nunca, próximo,
Visible —de los éxtasis y arrobos.

El poema «Desconcierto» es significativo por negar una idea radicalmente pesimista del filósofo Kierkegaard que figura citada al principio del mismo: «Cristo… solamente se sacrifica para que aquellos a quienes ama lleguen a ser tan desdichados como él mismo». Dice el poeta que esta idea sonará como un abuso frente al Creador, al tiempo que critica «Esa fe tan sonora de energúmeno».

Ya en la tercera sección, el tema de Dios empieza a aparecer en el poema «Esperando a Godot», en el que, partiendo del título de la conocida pieza teatral de Samuel Beckett, se juega con una posible separación silábica: el personaje esperado puede ser God (Dios en inglés); y aunque ese God no llegue y el hombre, «esa criatura desvalida», no consiga «dotar de coherencia al mundo», al final, como siempre en Guillén, aparece la esperanza: «Esperemos de veras. ¿Hay vida? Ya esperanza».

Y si en el poema titulado «Cavilaciones» el yo lírico se muestra dubitativo acerca de la existencia de la divinidad: «¿Dios? Ojalá, quién sabe», en cambio en «Cuando contemplo el cielo», que entronca con una de las mejores poesías de fray Luis, la oda «A Salinas», la respuesta no deja lugar a ninguna duda: al observar la armonía de «un hermoso cielo», «De este gran universo en que yo aliento», el poeta dirá: «¿Cómo no desear ordenador Espíritu?», «¿Cómo no desear una Supremacía?». En el poema «Buscar nido», aunque no se alude expressis verbis a la divinidad, podemos pensar que se refiere a ella cuando dice: «En el oscuro futuro, / Y sin el menor conjuro, / Mi esperanza busca nido».

Gómez Yebra ha dedicado un artículo a este tema: «Dios al ‘Final’ de Jorge Guillén», del que copio estas palabras como conclusión:

No hay respuesta definitiva, es cierto, pero queda patente la continuada presencia de Dios, el Dios del cristianismo, a lo largo de la obra guilleniana y, más en concreto, a través de Final. Su autodefinición como agnóstico queda, por ende, ampliamente demostrada, y [también] sus ansias febriles de Dios y un más allá[2].

Pasemos ahora al tema de la muerte. Pese al vitalismo que caracteriza toda la poesía de Guillén, el tema de la muerte está ya claramente presente desde su primer libro, Cántico, por ejemplo en los poemas titulados «Muerte a lo lejos»[3] y «Una sola vez»[4]. Aquí, en esta cuarta parte de Final, que se titula significativamente «En tiempo fechado», el poeta es ya consciente de la muerte cercana. Bien claros son estos versos de «Vanidad y pompa»: «Quiero vivir en paz conmigo mismo. / Acercarme a la muerte ya sereno, / Libre, por fin, de pompa y vanidad»[5].


[1] José Luis Aranguren, «La poesía de Jorge Guillén ante la actual crisis de los valores», en Biruté Ciplijauskaité (ed.), Jorge Guillén, Madrid, Taurus, 1975, p. 264.

[2] Antonio Gómez Yebra, «Dios al ‘Final’ de Jorge Guillén», Ínsula, núms. 435-436, 1983, p. 11.

[3] «Alguna vez me angustia una certeza / Y ante mí se estremece mi futuro. […] / … Y un día entre los días el más triste / Será. Tenderse deberá la mano / Sin afán. Y acatando el inminente // Poder diré sin lágrimas: embiste, / Justa fatalidad. El muro cano / Va a imponerme su ley, no su accidente» (pertenece a la tercera sección de la tercera parte, «El pájaro en la mano»).

[4] En este escribe: «Muerte: para ti no vivo» (pertenece a la quinta sección de «El pájaro en la mano»).

[5] Ver para más detalles Carlos Mata Induráin, «La cuarta parte de «Final», de Jorge Guillén: «En tiempo fechado». Ordenación temática»Rilce. Revista de Filología Hispánica, 13.1, 1997, pp. 74-101.