Algunos de los personajes más arquetípicos, además del héroe, la heroína y el traidor, son el templario, el expósito o huérfano, el mendigo o peregrino, el bandolero noble, el judío avariento (muchas veces físico o curandero[1]) y el mago o astrólogo[2].
Otros personajes aparecen caracterizados por muletillas de su hablar: reniegos, juramentos, empleo de un latín macarrónico, afición a contar historias o a charlar sin parar[3]. En este último caso, suele tratarse del escudero o acompañante del protagonista, al que este, su señor, hace callar enseguida; puede ser interesante recordar que también don Quijote, molesto en determinado momento por la verbosidad de Sancho, le impone absoluto silencio —si bien muy pronto levanta la prohibición de hablarle—; en cualquier caso, no siempre que aparece este rasgo en una novela histórica romántica se ha de tratar, necesariamente, de una reminiscencia cervantina[4].
[1] La presencia de personajes judíos da pie para mostrar el antisemitismo de aquellas épocas: «¡Un judío! Mal haréis si no le quemáis vivo o le exigís un rescate proporcionado a las muchas riquezas que debe de tener. ¡Un judío! ¡Jesús! ¡Jesús!» (Sancho Saldaña, p. 720).
[2] Ver para estos personajes tan del gusto del Romanticismo Ricardo Navas Ruiz, El Romanticismo español, Salamanca, Anaya, 1970, p. 33, y Enrique Rubio y María Ángeles Ayala, «Introducción» a Ramón López Soler, Jaime el Barbudo, Sabadell, Caballo-Dragón, 1988, pp. 20-21.
[3] En La campana de Huesca, Fortuñón es un viejo hablador que cuenta siempre viejas batallas; en Ave, Maris Stella Rebezo es el criado hablador; en Sancho Saldaña, al escudero Nuño le interrumpen siempre en cuanto empieza a hablar de los tiempos pasados; en la misma novela, Zacarías emplea el latín con fines humorísticos, el Velludo jura siempre por la Virgen de Covadonga, etc.
[4] Remito para más detalles a Carlos Mata Induráin, «Estructuras y técnicas narrativas de la novela histórica romántica española (1830-1870)», en Kurt Spang, Ignacio Arellano y Carlos Mata (eds.), La novela histórica. Teoría y comentarios, Pamplona, Eunsa, 1995, pp. 145-198; 2.ª ed., Pamplona, Eunsa, 1998, pp. 113-151.