Señalamos[1] brevemente algunos de los rasgos estilísticos más destacados en El estudiante de Salamanca de José de Espronceda:
- Polimetría, experimentación con la métrica, que anticipa recursos que usarán luego los poetas modernistas.
- Ritmo y musicalidad: abundancia de recursos retóricos como aliteraciones, paralelismos, versos bimembres, anáforas, etc. La métrica subraya los momentos climáticos del poema. Se utiliza la forma para realzar distintos aspectos del contenido.
- Empleo de una adjetivación típicamente romántica (epítetos).
- Gusto por los juegos de contrastes: luz / oscuridad, noche / día, vida / muerte.
Para la crítica, El estudiante de Salamanca es el mejor poema narrativo del siglo XIX. Junto con El diablo mundo y las canciones, es la obra más significativa de Espronceda, el mayor poeta romántico español, autor de referencia para muchos escritores de las décadas siguientes. Además, su texto presenta algunas de las características más destacadas del movimiento romántico español. Su protagonista, don Félix de Montemar, es, por un lado, el prototipo del rebelde romántico. Pero, al mismo tiempo, es un personaje con fuerza, un personaje que queda prendido en nuestra memoria, sumándose a otros muchos de la galería de la literatura universal.
Las interpretaciones que se han dado del texto son muy variadas, y ahora no podemos detenernos a comentarlas. Únicamente, para finalizar, transcribiremos la valoración que ofrece Varela Jácome, con la que coincidimos:
El estudiante de Salamanca es un impresionante poema de la noche y de la muerte, desarrollado entre medianoche y el amanecer. Es la máxima expresión de la muerte terrorífica, desesperada, opuesta al conformismo […]. La publicación del «cuento» en verso El estudiante de Salamanca elevó el nivel de la poesía lírico-narrativa a una altura desusada. Es la mejor muestra del género dentro del Romanticismo español[2].
[1] Esta entrada está extractada de la introducción a José de Espronceda, El estudiante de Salamanca, ed. de Mariela Insúa Cereceda y Carlos Mata Induráin, Madrid, Cooperación Editorial, 2005 (col. Clásicos Populares, 14). Considérese, por tanto, el texto como coautoría de Insúa y Mata. Las citas corresponden a esta edición.
[2] Benito Varela Jácome, introducción a El estudiante de Salamanca, 6.ª ed., Madrid, Cátedra, 1980, pp. 26-27.