Existen, en el siglo XVIII, numerosas recreaciones dramáticas del Quijote y, de entre todas ellas, son bastantes las que toman como punto de partida el episodio de las bodas de Camacho[1]. Así, tenemos Las bodas de Camacho, comedia nueva jocoseria en dos actos (de hacia 1770, conservada en la BNE, Ms. 15.918), de Antonio Valladares de Sotomayor; Las bodas de Camacho, zarzuela nueva española, de Leandro Ontala y Maqueda (1776, BNE, Ms. 14.608); Las bodas de Camacho el rico (1784), de Juan Meléndez Valdés, la más famosa de todas; Las bodas de Camacho. Comedia pastoral en cinco actos (BNE, Ms. 14.071), y El amor hace milagros (también de ese mismo año 1784), de Pedro Benito Gómez Labrador[2]. Como ha señalado la crítica, el tema del matrimonio de los jóvenes, y más concretamente el debate sobre si debían ser los padres o los propios hijos quienes habían de decidir a la hora de tomar estado, era una cuestión de enorme actualidad, un debate candente en la sociedad dieciochesca. Es ahí donde hay que buscar, sin duda, la razón de esa preferencia de los dramaturgos por este episodio concreto del Quijote a la hora de abordar recreaciones de la obra cervantina.
José Montero Reguera, en un trabajo dedicado a catalogar las piezas dramáticas del XVIII inspiradas en las obras de Cervantes, indica que existen dos basadas en los sucesos de la venta con lo relativo a los amores cruzados de Cardenio, Luscinda, Dorotea y don Fernando, y otras cinco más —cuyos títulos acabo de mencionar— que recrean el episodio de las bodas de Camacho; y apunta la razón ya señalada para estas preferencias temáticas:
En ambos casos se trata, en definitiva, del tema del casamiento por interés o el de las dificultades que para casarse se presentan a jóvenes que realmente se aman. Y esto no es casualidad. Son temas profusamente utilizados por los escritores ilustrados: en su idea de que el fin de la representación teatral es corregir y enseñar, no podían dejar de criticar los matrimonios desiguales, motivados por el interés monetario o por el afán de alcanzar una posición social más elevada. Algunas comedias de Leandro Fernández de Moratín son ejemplo claro de ello[3].
En el mismo sentido se expresa Ceferino Caro en su trabajo significativamente titulado «Amor contra interés, hijos contra padres: Las bodas de Camacho en el siglo XVIII»[4], en el que pone de relieve el denominador común de las piezas que estudia:
… las cuatro comedias de las Bodas de Camacho son cuatro etapas distintas en el desarrollo de una interpretación nueva del amor y los vínculos matrimoniales. De la ambientación idealizada del mundo caballeresco/pastoral no ha quedado nada más allá del cascarón de una aldea y sus rústicas costumbres, porque los problemas que debaten los personajes son los típicos de las comedias burguesas. […] Las cuatro comedias transforman profundamente la aventura rústica en las peripecias burguesas de unos amantes contrariados y una reflexión sobre la fuerza del amor, que tal vez se encontraba también en Cervantes, aunque ciertamente no en los mismos términos. […] Con estas destempladas razones se vuelve ridícula la acción del caballero y se desnaturaliza su alcance ideológico, pero no es menos cierto que la autoridad paterna queda malparada. Es importante notar que la ambigüedad final del mensaje de fondo de las cuatro comedias consiste en la contradicción entre los planteamientos del amor exaltado y el tratamiento burgués del asunto matrimonial. De una parte los esfuerzos por hacer ciertos los transportes del corazón y por el otro la acción que se queda en una burla hecha al padre y al prometido[5].
Ahora bien, casi todas estas piezas dieciochescas —dejando aparte la de Meléndez Valdés, la más conocida y también la más visitada por la crítica—, y la de Gómez Labrador en particular, apenas han generado bibliografía específica, salvo algún meritorio acercamiento por excepción. En las próximas entradas me propongo estudiar El amor hace milagros, pieza interesante no tanto por su calidad literaria —que no es mucha: lo adelanto ya—, sino por el hecho de constituir un eslabón en la larga cadena de recreaciones dramáticas del Quijote y ser, por tanto, un jalón más en la historia de la recepción de la inmortal novela cervantina y sus personajes. Primero trazaré una breve síntesis sobre el autor y los datos externos que conocemos de su comedia, junto con un breve apunte de lo que la crítica ha escrito sobre ella; después ofreceré el resumen de la acción; y, finalmente, analizaré los personajes y temas[6].
[1] Otras piezas dieciochescas son: El Alcides de la Mancha y famoso don Quijote (1750), de Rafael Bustos Molina; El Rutzvandscadt o el Quijote trágico (1785), de José Pisón Vargas; Aventuras de don Quijote y religión andantesca (manuscrito anónimo, BNE, Ms. 15.364, sin fecha); Don Quijote renacido, de Francisco José Montero Nayo (texto burlesco no localizado); o Don Quijote de la Mancha resucitado en Italia, comedia anónima de magia (copia manuscrita fechada en 1805; ver Carlos Mata Induráin, «Don Quijote de la Mancha, resucitado en Italia, comedia de magia burlesca», Anales cervantinos, XXXV, 1999, pp. 309-323), entre otros títulos. Hay también un sainete perdido de Ramón de la Cruz, más otro Sainete nuevo: apelación que hacen los poetas del Quijote juicioso al Quijote sainetero (respuesta al anterior, debida a Manuel del Pozo, de 1769); otro sainete anónimo titulado Las caperuzas de Sancho (c. 1776), etc. Sobre Cervantes y el Quijote en el siglo XVIII, ver especialmente Francisco Aguilar Piñal, «Anverso y reverso del “quijotismo” en el siglo XVIII español», Anales de Literatura Española, 1, 1982, pp. 207-216, y «Cervantes en el siglo XVIII», Anales cervantinos, XXI, 1983, pp. 153-163; Linda Ann Friedman Salgado, Imitaciones del «Quijote» en la España del siglo XVIII, Ann Arbor, UMI, 1983; öscar Barrero Pérez, «Los imitadores y continuadores del Quijote en la novela española del siglo XVIII», Anales cervantinos, XXIV, 1986, pp. 103-121; Joaquín Álvarez Barrientos, «Sobre la institucionalización de la literatura: Cervantes y la novela en las historias literarias del siglo XVIII», Anales cervantinos, XXV-XXVI, 1987-1988, pp. 47-63; Enrique Rodríguez Cepeda, «Sobre el Quijote en la novela del siglo XVIII español», Ínsula, núm. 546, 1992, pp. 19-20; José Montero Reguera, «Imitaciones cervantinas en el teatro español del siglo XVIII», en Actas del Tercer Coloquio Internacional de la Asociación de Cervantistas, Barcelona, Anthropos, 1993, pp. 119-129; y Ascensión Rivas Hernández, Lecturas del «Quijote»: siglos XVII-XIX, Salamanca, Ediciones del Colegio de España, 1998. Para las recreaciones cervantinas en el teatro, ver Gregory Gough La Grone, The Imitations of «Don Quixote» in the Spanish Drama, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 1937; Felipe Pérez Capo, El «Quijote» en el teatro. Repertorio cronológico de 290 producciones escénicas relacionadas con la inmortal obra de Cervantes, Barcelona, Millá, 1947; e Ignacio Arellano (coord.), Don Quijote en el teatro español: del Siglo de Oro al siglo XX, Madrid, Visor Libros, 2007. Ver también, para otras cuestiones relacionadas, Manuel García Martín, Cervantes y la comedia española en el siglo XVII, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1980; Agapita Jurado Santos, Obras teatrales derivadas de las novelas cervantinas (siglo XVII). Para una bibliografía, Kassel, Reichenberger, 2005; Santiago A. López Navia, Inspiración y pretexto. Estudios sobre las recreaciones del «Quijote», Madrid / Frankfurt am Main, Iberoamericana / Vervuert, 2005; Begoña Lolo, «Cervantes y el Quijote en la música española (siglos XVII-XIX). Una difícil recepción», en Cervantes y el «Quijote» en la música. Estudios sobre la recepción de un mito, ed. Begoña Lolo, Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia / Centro de Estudios Cervantinos, 2007, pp. 117-150; Carlos Mata Induráin, «Don Quijote salta al teatro breve: el Entremés famoso de los invencibles hechos de don Quijote de la Mancha, de Francisco de Ávila», en Locos, figurones y quijotes en el teatro de los Siglos de Oro. Actas selectas del XII Congreso de la Asociación Internacional de Teatro Español y Novohispano de los Siglos de Oro, Almagro 15, 16 y 17 de julio de 2005, ed. Germán Vega García-Luengos y Rafael González Cañal, Almagro, Festival de Almagro / Universidad de Castilla-La Mancha, 2007, pp. 299-313, y Abraham Madroñal, «Una nueva y desconocida comedia manuscrita de don Quijote de la Mancha», en En buena compañía. Estudios en honor de Luciano García Lorenzo, Madrid, CSIC, 2009, pp. 441-453, y «La comedia inédita Don Quijote de la Mancha, de Andrés González Barcia», Anales cervantinos, XLII, 2010, pp. 305-352.
[2] Pedro Benito Gómez Labrador, El amor hace milagros. Comedia nueva, tomada del capítulo veinte del Libro II de la historia de don Quijote de la Mancha, Salamanca, en la imprenta de la viuda de Nicolás Villargordo, 1784. Las referencias a los versos remiten a la edición que estoy preparando en la actualidad.
[3] José Montero Reguera, «Imitaciones cervantinas en el teatro español del siglo XVIII», en Actas del Tercer Coloquio Internacional de la Asociación de Cervantistas, Barcelona, Anthropos, 1993, p. 129. Recuérdese, a este propósito, que una de las piezas más importantes en el conjunto de la dramaturgia dieciochesca —y de toda la literatura española de esa centuria—, El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín, marcada por su enfoque didáctico, plantea precisamente ese mismo tema central de la libertad a la hora de contraer matrimonio. Es más, el tema de los matrimonios desiguales (en edad o en condición social) es tema reiterado en prácticamente toda la producción dramática moretiniana. Ver Loreto Busquets, «Modelos humanos en el teatro español del siglo XVIII», en El Teatro español del siglo XVIII, coord. Josep Maria Sala Valldaura, Vol. 1, Lleida, Universitat de Lleida, 1996, pp. 153-168.
[4] Ver Ceferino Caro, «Amor contra interés, hijos contra padres: Las bodas de Camacho en el siglo XVIII», Anales cervantinos, XXXVIII, 2006, pp. 165-202.
[5] Caro, «Amor contra interés…», pp. 199-201. Clemencín, en nota al capítulo II, 21 del Quijote, evoca la comedia de Meléndez Valdés y también algunas recreaciones del XVII, para añadir: «Otras comedias posteriores he visto citadas, cuyos asuntos se tomaron del Quijote: El Alcides de la Mancha y famoso D. Quijote, por un ingenio; Amor [sic] hace milagros o D. Quijote de la Mancha, por Gómez Labrador; D. Quijote de la Mancha y Sancho Panza en el castillo del Duque, por D. Francisco Martí; y otra con el mismo título que la de Meléndez, por D. Antonio Valladares. Pero siempre caerá cuanto quiera hombrear y caminar a la par con el Quijote: al revés de lo que sucedía con Midas, cuanto toca el Quijote se convierta en estiércol» (pp. 399-400). Creo que Clemencín se equivoca en el planteamiento: no es que estas piezas pretendan hombrear, parangonarse, con el Quijote, y resulta obvio que ninguno de sus autores puede compararse con Cervantes. No hay que buscar en estas recreaciones la misma calidad literaria que en el modelo; más bien, en todo caso, un homenaje de admiración, al mismo tiempo que el testimonio de la fuerza y la potencialidad re-creadora que tienen la novela y los personajes cervantinos.
[6] Remito para más detalles a Carlos Mata Induráin, «“¿Por qué me has tirado, Amor, / todo el metal de tu aljaba?”: el episodio de las bodas de Camacho en El amor hace milagros (1784), de José Benito Gómez Labrador», eHumanista/Cervantes, 1, 2012, pp. 103-119.