Normalmente hablo en las entradas del blog de libros que ya he leído. En esta ocasión, lo hago sobre un libro que recién acabo de empezar a leer en el tren, camino a Madrid para asistir al congreso sobre «Cervantes y sus enemigos» (concretamente en el tramo Guadalajara-Madrid, para más señas). Me refiero al volumen de Manuel Altolaguirre, Garcilaso de la Vega, Madrid, Espasa Calpe, 1933, que es el número 10 de la colección «Vidas extraordinarias».
Nada más comenzar a leer los primeros capítulos ya se adivina la sensibilidad de un poeta interpretando a otro poeta. Valga como muestra el párrafo inicial del capítulo I, «Vida de sus versos»:
Era Garcilaso de la Vega, en la época en que sus hechos y escritos le dieron renombre, un caballero toledano, amante de la guerra, impulsado a ella por desprecio a la muerte y por amor a las grandezas de su patria. Su vida y su obra tienen una relación íntima, a pesar de cuanto se ha escrito en contra, pues a través de la más tierna de sus composiciones se transparenta la fortaleza guerrera de su vida. El amor y la muerte eran sus fines, y en estos dos reposos cifraba sus ansias. El sueño de la muerte y los sueños del amor le aguardaban, y tomando ora la espada, ora la pluma, dibujó una de las vidas más hermosas y atrayentes de su época. Almado y armado, Garcilaso de la Vega enlazó sus versos con sus acciones, de forma que estas eran, respecto de aquellas, hermanas en belleza, y sus versos como grandes victorias. Toda su juventud, es decir, toda su vida pues murió a los treinta y tres años, está esclarecida con la luz del fuego interior que le devoraba (p. 11).
Y ya en unas palabras preliminares el autor advierte a los lectores con esta declaración de intenciones:
Esta biografía no intenta desentrañar nada. Los problemas de la erudición histórica pierden su importancia ante una realidad que perdura. Quisiera presentar dicha realidad amorosa olvidando la sucesión costumbrista de materiales muertos que me sirvieron en un principio. No son memorias. Este libro es una vida.
Dejo aquí la entrada de hoy, y quedo con ganas de seguir leyendo mañana la semblanza del poeta Garcilaso de la Vega trazada por el poeta Altolaguirre, para volver a escribir ya con el libro acabado…