Por otra parte, Cervantes tiene una gran conciencia de su valía como escritor[1]: en el Viaje del Parnaso se llama «raro inventor» por boca del dios Mercurio; en el prólogo de las Ejemplares se jacta de ser el primero que ha novelado en español; y sabe que con el Quijote ha escrito una obra nueva, distinta de todo lo anterior, una genial síntesis de todos los géneros narrativos que estaban en boga en la época; y en Quijote, II, 44 señala el narrador:
… y pues se contiene y cierra en los estrechos límites de la narración, teniendo habilidad, suficiencia y entendimiento para tratar del universo todo, pide no se desprecie su trabajo, y se le den alabanzas, no por lo que escribe, sino por lo que ha dejado de escribir (p. 980).
¿Fue Cervantes consciente de la importancia de su creación, de la trascendencia futura de su novela y de su inmortal personaje? Sabemos que en el momento de aparición el Quijote fue recibido como obra eminentemente cómica, paródica, de burlas, provocante a risa, en suma, como un libro de entretenimiento. Luego, el paso del tiempo, las lecturas acumuladas a lo largo de los siglos, las grandes interpretaciones simbólicas han convertido al Quijote en algo mucho más importante.
Eso en lo que se refiere al plano ideológico, de contenido. Y en lo que toca a la estructura y las técnicas narrativas, el Quijote ha sido considerada la primera novela moderna, una obra con una modernidad sin precedentes: distanciamiento, perspectivismo, ambigüedad, ironía, juego complejo con los diversos narradores, las distintas fuentes y los diferentes planos de ficción. ¿Era consciente Cervantes de todo esto o fue un inconsciente genial? Creemos estar en lo cierto si afirmamos que, en buena medida, sí fue consciente, y buena prueba de ello son los orgullosos comentarios de autoelogio que vierte en sus obras; esto será muy frecuente en el Quijote, donde a cada paso encontramos comentarios del tipo: «y a fe que debe de ser razonable poeta, o yo sé poco del arte» (I, 23, p. 253), «Bien le pareció el soneto a Camila, pero mejor a Anselmo» (I, 34, p. 400), «Bien […] me parece esta novela […] y en lo que toca al modo de contarle, no me descontenta» (I, 35, p. 423), «el modo con que habéis contado este extraño suceso ha sido tal, que iguala a la novedad y estrañeza del mesmo caso: todo es peregrino y raro y lleno de accidentes que maravillan y suspenden a quien los oye» (I, 42, p. 493).
De esta forma, Cervantes se adelanta a las posibles críticas trayéndolas al interior de su novela; además, si lo más probable era que los demás no fuesen a reconocer su originalidad, a destacar sus méritos ni a alabar su estilo, nada mejor que hacerlo él mismo —indirectamente, con visos de objetividad— poniendo tales elogios en boca de sus personajes…
[1] Reproduzco aquí, con ligeros retoques, el texto de Mariela Insúa Cereceda y Carlos Mata Induráin, El Quijote. Miguel de Cervantes [guía de lectura del Quijote], Pamplona, Cénlit Ediciones, 2006. Las citas del Quijote corresponden a la edición del Instituto Cervantes dirigida por Francisco Rico, Barcelona, Crítica, 1998 (con revisiones posteriores).
¿Cómo estará el cotarro por los Yunaited que, entre 5 profesores de universidad, solo uno sabía quié era Cervantes? Yo quiero contribuir a remediar este horror.
¿Así andan las cosas por los Yu-es-ei? Pues sí que estamos bien… Todo lo que tú aportes será bien significativo. Por cierto, no suelo contestar a todos los comentarios que pones en Linked-In, pero los leo con interés y con aprovechamiento…
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