Francisco Navarro Villoslada[1] (nacido y muerto en Viana, Navarra, 1818-1895) fue un destacado literato, político y periodista español del siglo XIX. Fue tres veces diputado (resultó elegido por Estella en 1857 y por Pamplona en 1865 y 1867), salió senador por Barcelona en las elecciones de 1871 y ejerció durante un tiempo, entre finales de 1869 y principios de 1870, el cargo de secretario personal del duque de Madrid, don Carlos de Borbón y Austria-Este (Carlos VII en la nomenclatura carlista). Fue uno de los más destacados publicistas de la causa carlista.
También dejó notar su presencia activa en el periodismo, ya que fue colaborador, redactor, fundador o director (y hasta propietario, en algún caso) de numerosas publicaciones como El Correo Nacional, El Arpa del Creyente, el Semanario Pintoresco Español, El Siglo Pintoresco, El Español y su Revista Literaria, La España, El Padre Cobos y El Pensamiento Español, por citar solo las más importantes. En ambos terrenos, la política y el periodismo, defendió siempre Navarro Villoslada las ideas tradicionalistas, que son la piedra angular en la construcción de su pensamiento.
Dentro ya del terreno de la literatura, Navarro Villoslada suele ser recordado fundamentalmente como un romántico rezagado que se sumó a la moda de la novela histórica a la manera de Walter Scott. Publicó Doña Blanca de Navarra, en 1847, y Doña Urraca de Castilla, en 1849; después, tras un paréntesis de casi treinta años en los que se vio envuelto en el torbellino de la política y el periodismo, apareció su obra más famosa, Amaya o los vascos en el siglo VIII (1879).
Pero Navarro Villoslada también produjo obras pertenecientes a otros géneros literarios: fue novelista de folletín, poeta (épico y lírico), dramaturgo, autor costumbrista, cuentista… Novelas no históricas son Las dos hermanas, El Antecristo o Historia de muchos Pepes; de sus artículos costumbristas destacan los titulados «El canónigo», «El arriero» y «La mujer de Navarra»; «La luna de enero», «Aventuras de un filarmónico» y «Mi vecina» son algunos divertidos cuentos, mientras que «La muerte de César Borja» y «El castillo de Marcilla» pertenecen al género de la leyenda histórica. Como autor dramático, se dedicó tanto a la comedia de asunto serio (La prensa libre) o de tono humorístico (Los encantos de la voz), sin desdeñar tampoco el drama histórico (Echarse en brazos de Dios) e incluso cierta incursión en la zarzuela (escribió el libreto de La dama del rey, al que puso música otro navarro, Emilio Arrieta). A todo ello habría que añadir sus poesías y otras obras menores, biografías y traducciones.
Navarro Villoslada fue el autor al que dediqué mi tesis doctoral, defendida allá por el lejano año de 1994, y con toda seguridad volverá a aparecer en otras entradas de este blog…
[1] Para este autor ver Carlos Mata Induráin, Francisco Navarro Villoslada (1818-1895) y sus novelas históricas, Pamplona, Gobierno de Navarra (Dpto. de Educación, Cultura, Deporte y Juventud-Institución Príncipe de Viana), 1995. Y para el contexto de la novela histórica romántica, remito a Carlos Mata Induráin, «Estructuras y técnicas narrativas de la novela histórica romántica española (1830-1870)», en Kurt Spang, Ignacio Arellano y Carlos Mata (eds.), La novela histórica. Teoría y comentarios, Pamplona, Eunsa, 1995, pp. 145-198; 2.ª ed., Pamplona, Eunsa, 1998, pp. 113-151.
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