Cronología y semblanza de Azorín (1873-1967)

1873 Nace en Monóvar (Alicante), en el seno de una familia acomodada de ideas conservadoras[1].

1883 Estudia Derecho en la Universidad de Valencia, donde entra en contacto con el krausismo.

1893 Publica La crítica literaria en España.

1896 Se instala en Madrid, donde conocerá a Baroja y Maeztu, con quienes formará el llamado «Grupo de los tres». Ejerce el periodismo en los diarios El País y El Progreso.

1897 Bohemia.

1900 El alma castellana.

1901 La fuerza del amor, su primera obra teatral.

1902 La voluntad.

1903 Antonio Azorín.

1904 Las confesiones de un pequeño filósofo.

1905 Los pueblos. La ruta de don Quijote.

1907 Elegido diputado del Partido Maurista.

1912 Castilla. Lecturas españolas.

1913 Clásicos y modernos.

1914 Los valores literarios.

1915 Tomás Rueda. Al margen de los clásicos.

1916 Parlamentarismo español.

1917 Es subsecretario de Instrucción Pública.

1922 Don Juan.

1923 El chirrión de los políticos.

1925 Doña Inés.

1926 Old Spain.

1927 Brandy, mucho brandy.

1928 Félix Vargas.

1929 Superrealismo. Blanco en azul.

1930 Angelita. Pueblo.

1936 Se traslada a París.

1939 Regresa a España.

1942 El escritor.

1943 El enfermo. Capricho.

1944 La isla sin aurora. María Fontán. Salvadora de Olbena.

1945 Los clásicos redivivos. Clásicos futuros.

1946 Memorias inmemoriales.

1967 Muere en Madrid.

José Martínez Ruiz, Azorín

José Martínez Ruiz vivió entregado a la literatura, haciendo famoso el seudónimo de Azorín por el que resulta conocido, aunque usó otros distintos, como Cándido o Ahrimán. Su vocación de escritor se manifiesta tempranamente en el periodismo, publicando en El País y El Progreso artículos de crítica social y tono anarquista. Más tarde su ideario evolucionará desde esas posiciones avanzadas hacia un escepticismo abúlico influido por las lecturas de Nietzsche y Schopenhauer.

Una parte muy importante de la producción azoriniana está formada por sus libros de crítica literaria, entre los cuales se cuentan La crítica literaria en España (1893), Anarquistas literarios (1895), Lecturas españolas (1912), Clásicos y modernos (1913), Los valores literarios (1914), Al margen de los clásicos (1915), Lope en silueta (1935), Los clásicos redivivos. Clásicos futuros (1945) o Con Cervantes (1947). Los artículos coleccionados en estos libros demuestran, por un lado, sus numerosas y variadas lecturas (que van desde los autores de la Edad Media hasta los contemporáneos), así como su fina sensibilidad y su intuición literaria.

Colecciones de artículos son también El alma castellana (1900), Los pueblos (1905), La ruta de don Quijote (1905), España (1909) o Castilla (1912). En estas obras trata de apresar la realidad espiritual del país a partir de los pequeños detalles de la vida cotidiana. Como dejan adivinar algunos de los títulos, predomina la visión del paisaje de Castilla, aunque también están presentes los andaluces, levantinos y baleares. Estos escritos de Azorín nos transmiten su contemplación admirativa y nostálgica del paisaje y del paisanaje, de los hombres y de los pueblos, que para él son «un pedacito de historia patria». Por otra parte, Parlamentarismo español (1916) y El chirrión de los políticos (1923) muestran su escepticismo frente a la clase política. También publicó unas Memorias inmemoriales (1946).

Su producción narrativa está formada por dieciséis novelas y diez tomos de cuentos. Azorín se mueve preferentemente en el terreno de la novela-ensayo, de estilo impresionista. En efecto, sus novelas se construyen con una sucesión de cuadros sueltos, en los que se intercalan continuas divagaciones y digresiones del narrador, que podemos identificar con el novelista Azorín. Es muy importante la trilogía formada por La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de un pequeño filósofo (1904), que presenta el proceso filosófico de transformación del «luchador Cándido», convertido finalmente en el «pequeño filósofo Azorín». El protagonista es fiel trasunto del autor, que denuncia las lacras españolas y nos transmite su fina captación de los paisajes levantinos y castellanos.

Títulos como Tomás Rueda (1915), Don Juan (1922) y Doña Inés (1925) constituyen buenos ejemplos de novela lírica. Otros como Félix Vargas (1928), Superrealismo (1929) o Pueblo (1930) responden a una fase de experimentalismo y destacan por el empleo de técnicas renovadoras. Azorín publicó más novelas tras la guerra civil: El escritor (1942), El enfermo (1943), Capricho (1943), La isla sin aurora (1944), María Fontán (1944), Salvadora de Olbena (1944). Por lo que hace a sus cuentos, figuran reunidos en volúmenes como los titulados Bohemia (1897) o Blanco en azul (1929).

El teatro de Azorín es muy singular e innovador. Construye obras con escasa peripecia exterior, centradas más bien en el análisis introspectivo de los personajes. La acción se sucede en cuadros rápidos de agilísimos diálogos. Cabe recordar La fuerza del amor (1901), Old Spain (1926) o Brandy, mucho brandy (1927). Del mismo año 27 es la trilogía Lo invisible, formada por La arañita en el lentisco, El segador y Doctor Death, de 3 a 5 y marcada por la presencia velada de la Muerte. Otros títulos son Angelita (1930), La guerrilla (1936), escrita en colaboración con Pedro Muñoz Seca, o Farsa docente (1942). En sus obras dramáticas Azorín se acerca a los mismos temas que en las novelas y los ensayos, a saber, la conciencia dolorosa del paso del tiempo y la lucha contra sus efectos, la reconstrucción de la realidad a partir de los «primores de lo vulgar» y el conflicto entre acción y contemplación.


[1] Texto extractado, con algunos retoques, de José del Guayo y Lecuona y Carlos Mata Induráin, Los autores del 98 en la Biblioteca del Nuevo Casino de Pamplona. Catálogo de la exposición bibliográfica del Nuevo Casino de Pamplona. Noviembre de 1998, Pamplona, Nuevo Casino de Pamplona, 1998.

3 comentarios en “Cronología y semblanza de Azorín (1873-1967)

  1. ¡Vaya texto útil es éste y gracias Carlos! Azorín me parece un español valiente y de amplia visión y uno que quiso prevenir lo que se avalanzaba sobre España: la enemistad a muerte. Creyó poder evitarlo por saberse un hombre razonable y sensato, un conservador que sin embargo se adentró en los temas definitorios de la vuelta de siglo y lo hizo a través de la crítica moderna, el periodismo y la política.

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