Respecto a las obras cultas del mester de clerecía, el Poema de Fernán González relata las luchas de este conde castellano con los reyes de León y de Navarra; lo histórico se mezcla aquí con lo legendario al explicarse la independencia del condado de Castilla por la deuda, aumentada «al gallarín doblado», que el rey leonés contrajo con Fernán González al comprarle su caballo y su azor.
El Libro de Alexandre, de mediados del siglo XIII, es una biografía de Alejandro de Macedonia aderezada con elementos fantásticos. El tema era tradicional, pues ya en el siglo III d. C. un escritor de Alejandría, el denominado Pseudo Calístenes, había escrito la Novela de Alejandro, obra que transformaba en mito la biografía de Alejandro Magno, mezclando con los datos históricos gran cantidad de episodios fabulosos e irreales. Igualmente, la vida y las hazañas del rey de Macedonia figuran en la cuarta parte de la General Estoria de Alfonso X.
Por último, el Poema de Alfonso Onceno, de Rodrigo Yáñez, es un libro que narra hechos históricos contemporáneos, con pocos elementos legendarios o ficticios: es una crónica escrita hacia 1348 sobre el reinado de Alfonso XI de Castilla y León. Los principales sucesos históricos en él contenidos son el sitio de Tarifa y la batalla del Salado; por el contrario, figuran como elementos legendarios las profecías puestas en boca del mago Merlín[1].
[1] Ver para más detalles Carlos Mata Induráin, «Retrospectiva sobre la evolución de la novela histórica», en Kurt Spang, Ignacio Arellano y Carlos Mata (eds.), La novela histórica. Teoría y comentarios, Pamplona, Eunsa, 1995, pp. 13-63; 2.ª ed., Pamplona, Eunsa, 1998, pp. 11-50.
¿Se odría entonces citar como antecedentes la Canción de Mío Cid, los Romances Históricos, La Chanson de Roland ?
Posiblemente, cierto es que tampoco se adaptan realmente a la historia y hay una recreación. ¿Que opinas?
Se trata, por supuesto, Charo, de antecedentes muy lejanos. En las entradas de estos días vengo comentando (y seguirán varias más) obras antiguas en las que, de alguna manera, se da una mezcla de historia y ficción. Eso no quiere decir, por supuesto, que haya una línea de continuidad entre todas estas obras, es decir, que la novela histórica descienda directamente de todos o de algunos de estos antecedentes. Lo único que pretendo mostrar es que, a lo largo de los siglos, y de forma reiterada, la historia y la literatura han ido de la mano muchas veces. O dicho de otra forma: que muchas veces las obras literarias se han construido con materiales e ingredientes históricos. Eso sí, la novela histórica como género moderno y más o menos claramente delimitado nace en el XIX, con Walter Scott y su legión de imitadores. Y sigue con plena vigencia (con mejor o peor calidad…) hasta nuestros días…