Frente a Dulcinea, la amada ideal que mueve el actuar del caballero, tenemos las mujeres representantes del hogar[1]. Es decir, las mujeres que están en la órbita del hidalgo manchego, la otra cara del personaje: Alonso Quijano es un solterón empedernido, mas en su ambiente familiar se halla marcado por la presencia del ama y la sobrina (personajes aparentemente estáticos, pero que andan urdiendo continuamente el regreso de don Quijote a casa).
Son dos mujeres innominadas (el nombre de la sobrina, Antonia Quijana, lo sabremos al conocer el testamento de su tío) que representan la tradición del hogar. Su comportamiento es en apariencia manso, pero en realidad son mujeres que manipulan la situación. Unamuno opina que resultan personajes funestos y a la sobrina, en concreto, la califica como una «gallinita de corral», pues considera que es el prototipo de la mujer hispánica que mata en el hombre cualquier atisbo de heroísmo o de sueño.
[1] Reproduzco aquí, con ligeros retoques, el texto de Mariela Insúa Cereceda y Carlos Mata Induráin, El Quijote. Miguel de Cervantes [guía de lectura del Quijote], Pamplona, Cénlit Ediciones, 2006. Las citas del Quijote corresponden a la edición del Instituto Cervantes dirigida por Francisco Rico, Barcelona, Editorial Crítica, 1998.