Otras mujeres del Quijote que pertenecen igualmente al ámbito hogareño son la esposa del ventero Juan Palomeque el zurdo y la mujer del Caballero del Verde Gabán (esta última, simplemente aludida)[1].
También la innominada hija del ventero, que aunque aparece siempre en compañía de Maritornes y hace con ella algunas travesuras, no trae aparejada una caracterización negativa (como solían tenerla las hijas de los venteros en el mundo picaresco). Aquí estamos ante una muchacha bien educada que disfruta con las novelas de caballerías, sensible y compasiva, una doncella silenciosa que observa la vida y el mundo desde el margen y que inspiró un bello poema a Manuel Machado:
«La hija callaba, y de cuando en cuando se sonreía»
(Cervantes, Quijote)
«La hija callaba
y se sonreía…»
Divino silencio,
preciosa sonrisa,
¿por qué estáis presentes
en la mente mía?La venta está sola.
Maritornes guiña
los ojos, durmiéndose.
La ventera hila.
Su mercé el ventero,
en la puerta, atisba
si alguien llega… El viento
barre la campiña.… Al rincón del fuego,
sentada, la hija
—soñando en los libros
de caballerías—,
con sus ojos garzos,
ve morir el día
tras el horizonte…Parda y desabrida,
La Mancha se hunde
en la noche fría.
[1] Reproduzco aquí, con ligeros retoques, el texto de Mariela Insúa Cereceda y Carlos Mata Induráin, El Quijote. Miguel de Cervantes [guía de lectura del Quijote], Pamplona, Cénlit Ediciones, 2006. Las citas del Quijote corresponden a la edición del Instituto Cervantes dirigida por Francisco Rico, Barcelona, Editorial Crítica, 1998.
Un romancillo precioso, cuanto más sencillo más precioso. Tiene oficio y muestra unos encabalgamientos muy interesantes y sabios. Por otra parte , quizá por que la ventera hila, es fácil evocar un romance previo. A mí también me ha ce recordar por el tono melancólico y bucólico , o quizá también por la situación del espacio , la Mancha, a poemas de arte menor de Antonio Machado .