En 1598 hallamos al poeta como secretario de otro noble importante, don Pedro Fernández de Castro y Andrade, marqués de Sarria, y más tarde VII conde de Lemos, con quien estuvo un par de años[1].
Lope se refiere a las tareas domésticas de camarero que le tocó desempeñar con el marqués, aunque bien puede ser una figura retórica de modestia y exageración. Citamos de nuevo a la Barrera:
En el año de 1598 entró Lope a servir con título de secretario, pero desempeñando, a la vez que las obligaciones de tal, otras más humildes, al joven Marqués de Sarria, don Pedro Fernández Ruiz de Castro y Osorio, primogénito y sucesor de don Fernando, VI Conde de Lemos, de Castro, Andrade y Villalba, y de su esposa doña Catalina de Sandoval y Zúñiga, hermana del Duque de Lerma. Contaba el Marqués de Sarria solo veintidós años, y dotado de superiores talentos y de una sólida instrucción, cultivaba las letras y se honraba con la amistad de los más distinguidos ingenios. Lope correspondía a su favor y estimación, profesándole constantemente el más cariñoso afecto, y no se desdeñó, muchos años después, de publicar (en la Filomena, 1621) una Epístola que le había dirigido por los años de 1607, en que se leen estos versos:
El dulce trato del discurso nuestro
(perdonad el lenguaje) os tuvo y quiso
por señor, por Apolo y por maestro.[…]
Mostrara yo con vos cuidado eterno,
mas haberos vestido y descalzado
me enseñan otro estilo humilde y tierno.En otra carta que le escribió […] dice: «Ya sabéis cuánto os amo y reverencio, y que he dormido a vuestros pies como un perro». Con el auxilio, sin duda, y la ilustrada protección del Marqués de Sarria, dio a la estampa nuestro Lope en 1598 dos obras suyas, la Dragontea y la Arcadia.
[1] El texto de esta entrada está extractado del libro de Ignacio Arellano y Carlos Mata Induráin Vida y obra de Lope de Vega, Madrid, Homolegens, 2011. Se reproduce aquí con ligeros retoques.