¡Aleluya, aleluya, ha nacido el Salvador!
Esta noche es Nochebuena: nos disponemos a celebrar el nacimiento del Niño-Dios, y el poema para hoy nos lo brinda la poeta y maestra de escuela chilena Gabriela Mistral (Vicuña, 1889-Nueva York, 1957), que sería Premio Nobel de Literatura en 1945. Su «Romance de Nochebuena» forma parte de la sección «Casi escolares» de Ternura: Canciones de niños, que en su segunda edición (Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1945) rehace y reorganiza los textos de la edición original (Madrid, Saturnino Calleja, 1924). Mistral, excelente pedagoga, conocía bien el valor didáctico de la literatura, de la poesía, y con esta sencilla composición nos ofrece un excelente ejemplo de ello. Aquí la gracia y el ritmo musical de una forma tan tradicional como el romancillo (romance de versos hexasílabos), con rima í o en los pares, le sirven para, por un lado, universalizar la buena nueva (el Niño «nació en todo el mundo», v. 3) y, al mismo tiempo, poner relieve que la gracia salvadora de Cristo Jesús alcanza a todo el género humano («¡Todos en pastores / somos convertidos!», vv. 27-28; «Jesús ha llegado / y todos dormimos / esta noche sobre / su pecho ceñidos», vv. 33-36).
El texto completo del poema dice así:
Vamos a buscar
dónde nació el Niño:
nació en todo el mundo,
ciudades, caminos…Tal vez caminando
lo hallemos dormido
en la era más alta
debajo del trigo…O está en estas horas
llorando caidito
en la mancha espesa
de un montón de lirios.A Belén nos vamos.
Jesús no ha querido
estar derramado
por campo y caminos.Su madre es María,
pero ha consentido
que esta noche todos
le mezan al Niño.Lo tiene Lucía,
lo mece Francisco
y mama en el pecho
de Juana, suavísimo.Vamos a buscarlo
por estos caminos.
¡Todos en pastores
somos convertidos!Gritando la nueva
los cerros subimos
¡y vivo parece
de gente el camino!Jesús ha llegado
y todos dormimos
esta noche sobre
su pecho ceñidos[1].
[1] Cito por Nos vino un Niño del cielo. Poesía navideña latinoamericana del siglo XX, introducción y selección de poemas por Miguel de Santiago y Juan Polo Laso, Madrid, EDIBESA, 2000, pp. 262-263. El texto, musicalizado por Andrés Opazo, con arreglos de Luciano Valdebenito, lo interpreta el Conjunto Los Perales (forma parte de su disco Gabriela Divina). Otras versiones: Estudio Coral de Santiago y Coro UNAB Concepción.