Ayer, domingo 20 de octubre, fallecía en Pamplona Jesús Mauleón Heredia, sacerdote, poeta y amigo. Mejor dicho: buen sacerdote, buen poeta y buen amigo, compañero durante muchos años en el Consejo de Redacción de Río Arga, revista de poesía de la que fue director durante cuatro años. Jesús nació en Arróniz (Navarra) el 21 de diciembre de 1936. En el año 1948 ingresó en el Seminario de Comillas, para realizar los estudios que le prepararían para ordenarse sacerdote. Después de estudiar en Comillas (1948-1959), se trasladó primero a Innsbruck (Austria), donde concluyó los estudios de Teología; y después a Múnich (Alemania), donde cursó dos años de Germanística. De esa etapa de estudios en el extranjero queda su libro de poemas La luna del emigrante, de notable calado social, del que se hicieron tres ediciones (1968, 1970 y 1971).
Tras su ordenación sacerdotal (1963), regresó a Navarra y se licenció en Filosofía y Letras, mientras continuaba con su labor pastoral, que se centró en el ámbito rural (tras su paso por Peralta, desde septiembre de 1966 fue párroco de Navaz, Unzu, Ollacarizqueta y Garciriáin, pueblos navarros donde ha dejado excelente memoria). Hombre de profunda cultura, un verdadero humanista de sereno gesto y de sabia palabra, dotado asimismo de buen humor, Mauleón fue profesor de literatura española y universal durante muchos años en el Seminario y en el Centro Superior de Estudios Teológicos (CSET) «San Miguel Arcángel» de Pamplona, y estuvo al frente de la Oficina de Prensa del Arzobispado de Pamplona durante doce años, de 1982 a 1994. Asiduo colaborador radiofónico y de prensa (y también en el blog Religión Digital), fue cofundador y director (entre 1983 y 1987) de Río Arga. Revista navarra de poesía y cofundador y vicepresidente del Ateneo Navarro / Nafar Ateneoa. En 1984 obtuvo el Premio de Periodismo San Fermín, otorgado por el Ayuntamiento de Pamplona.
En su faceta literaria, Mauleón es autor de libros de narrativa, poesía y espiritualidad. Como ha destacado la crítica, los principales temas que se hacen presentes en sus escritos son Dios, la madre, la infancia, el amor, el tiempo, la amistad, la vejez, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte.
Su producción narrativa está formada por El tío de Jaimerena (Pamplona, Caja de Ahorros Municipal de Pamplona, 1980), que obtuvo ese año el Premio Navarra de novela corta; Osasuna se traduce la salud (Pamplona, Industrias Gráficas Castuera, 1985), con la que fue semifinalista del Premio Nadal 1984 (llegó a la cuarta votación con el ganador y el finalista); Kiu y Liu y otros cuentos para niños (Pamplona, Mintzoa, 1990) y El senador Villanueva (Madrid, PPC, 2000).
Como poeta, Mauleón formó parte de lo que Florencio Martínez Ruiz —en un libro de 1978— denominó «nuevo mester de clerecía», marbete aplicado por el crítico a varios sacerdotes del siglo XX que, al mismo tiempo, fueron poetas comprometidos con cuestiones sociales. Sus títulos poéticos —poemarios y recopilaciones poéticas— son: La luna del emigrante (Palencia, Rocamador, 1968; Madrid, Zero, 1970 y 1972), Pie en la cima de sombra (Pamplona, Garrasi, 1986; es edición del autor), Salmos de ayer y hoy (Estella, Verbo Divino, 1997), Obra poética (1954-2005) (Pamplona, Gobierno de Navarra, 2005), Escribe por tu herida (inédito hasta su publicación en 2005 en Obra poética), Este debido llanto (Madrid, Ediciones Vitruvio, 2010), Apasionado adiós (Madrid, Vitruvio, 2013), Pero estás en mi aliento (Senectutis Carmina) (Madrid, Ediciones Vitruvio, 2019), Confinada voz (poemas en pandemia) (Madrid, Ediciones Vitruvio, 2022), Antología poética (1968-2024) (Pamplona, Ediciones Papeles del Duende, 2024) y La fama pregonera y otros poemas (Madrid, Ediciones Vitruvio, 2024).
Otros títulos suyos son Palabras al amanecer: saludos en Radio Nacional (Estella, Verbo Divino, 1994), Cien oraciones para respirar (Madrid, San Pablo, 1994), Cien oraciones de la familia (Madrid, San Pablo, 1995), La felicidad no es cosa de tontos (Estella, Verbo Divino, 1997, trabajos de radio, en colaboración con otros autores), Feliz cumpleaños: la fiesta de la vida (Madrid, San Pablo, 2001), El día de la madre, Amor de todos los días (Madrid, San Pablo, 2003) y Elogio de la ingenuidad: notas de un mirador apasionado (Madrid, Nueva Utopía, 2007).
Ayer nos dejaba Jesús, dejaba su existencia terrena, pero sigue —y seguirá— vivo en nuestro recuerdo. Por decirlo con sus propias palabras, tomadas de su composición titulada «Poeta» (fechada en octubre de 2017, incluida en Pero estás en mi aliento, que quiero copiar a continuación), ya ha muerto en las palabras, sí, pero se ha marchado «con ellas / a leerle mis versos a Dios y a las estrellas». Sin duda que es así. D. E. P. Jesús, el buen sacerdote, el buen poeta, el buen y querido amigo.
No espero en mi tarea gloria ni beneficio.
Trabajo con palabras, que es de pobres oficio,
es respuesta imprevista a un fuego que me asalta,
pero la hoguera nace tan de dentro y tan alta
que los torpes sonidos de mi pobre instrumento
jamás fueron palabras que se llevara el viento.Trabajo con palabras, que es de ricos oficio,
apoyado en auroras y solar ejercicio.
Mi pobre voz alzada desconoce el dinero,
mi sueldo está en el lujo de cantar lo que quiero.
De tantos años guardo mi apilado tesoro
más vivo, libre, puro que los chorros del oro.
Con mi caudal humilde soy rey en la pobreza
y reparto monedas de mi pobre riqueza.
No me forjo ilusiones, tengo mi casa abierta,
pero no hay multitudes aguardando a mi puerta.
Me basta con que si alguien se acerca a mi palabra
un vuelo libre de alas en el pecho se le abra.No espero una disputa de editores ardidos
aguardando a mi puerta para ser recibidos,
ni un lío de lectores, de sufridos romeros
madrugando en mi calle para ser los primeros.¿Alimento de pocos y pan de minorías?
Este es el don que tengo y alimenta mis días.Trabajo con palabras, oficio casi vano,
pobre y, según se mire, oficio soberano.Moriré en las palabras, me marcharé con ellas
a leerle mis versos a Dios y a las estrellas.

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