Vaya para hoy, Lunes Santo, este soneto de Pedro Miguel Lamet, SJ, que publicó en su página web el pasado 25 de marzo. El elemento más destacado es la utilización, en sentido religioso, del famoso verso quevediano: si en «Amor constante más allá de la muerte» ese «polvo enamorado» nos hablaba de un amor —profano— capaz de trasponer las aguas del olvido de la laguna Estigia y eternizarse, aquí se trata del lodo humano convertido en ceniza eterna, trascendido por el amor divino, hecho, en suma, eternidad.
Si me miro a los ojos soy la huella
del niño que soñó y la presencia
de quien pretendió ser esa apariencia
que considera el mundo su epopeya.Si miro hacia mi mente, vuela ella
en torno al egoísmo y su querencia
al miedo de vivir la inconsistencia
de un tiempo de dolor y de querella.Pero si me despojo del deseo
y contemplo la luz detrás de todo
en la que sin saberlo ya he habitado,veré la eternidad detrás del lodo
y que, aunque sea un poco de ceniza,
«polvo seré, más polvo enamorado».

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