Según Joaquín Casalduero[1], encontramos una serie de nuevos motivos que enriquecen esta II Parte[2], a saber:
1) El motivo de la representación, que tiene una importancia capital: el mundo se manifiesta como un continuo teatro, como una puesta en escena permanente; ahora son otros personajes los que inventan trazas para adecuarlas a la locura caballeresca del hidalgo. Recordemos los episodios de Dulcinea encantada, el encuentro con el carro de las Cortes de la Muerte, el retablo de maese Pedro, varias de las burlas urdidas en el Palacio ducal, la fingida Arcadia, etc.
2) El motivo de la casa: en la II Parte los escenarios que frecuenta don Quijote responden a un ámbito más urbano que en la I Parte, en la que predomina el ámbito rural y abundan los espacios abiertos. En cambio ahora don Quijote arriba a distintas casas, como la del Caballero del Verde Gabán, el Palacio ducal o la casa de Antonio Moreno, en las que permanece detenido más o menos tiempo.
3) El motivo del dinero, que en la II Parte adquiere el valor social que no tenía en la I Parte: en su tercera salida don Quijote sale provisto de dinero, paga sus gastos y se hace responsable de los destrozos que ocasiona.
4) El motivo de los animales: abunda la presencia de animales, en acciones que se introducen generalmente con la intención de acentuar la degradación del personaje (don Quijote es arañado por gatos, atropellado por toros y por una piara de cerdos…) y también se concede un mayor protagonismo a Rocinante y el rucio.
5) El motivo de los consejos: como apuntaba en una entrada anterior, en la II Parte se pone un énfasis mayor en aspectos relacionados con la organización política y social de la época, y esto se manifiesta en la inclusión de abundantes consejos acerca del tema del buen gobierno, de la educación de los hijos, etc.