El Quijote, novela escrita en un lenguaje que ha sido calificado como natural y sencillo, constituye la cumbre de la prosa literaria española[1]. Cervantes se muestra, en efecto, poseedor de una enorme riqueza idiomática y estilística. Su vida y su quehacer literario se sitúan en una encrucijada de épocas (y también de ideas, mentalidades, valores y estilos artísticos). Ya vimos en otras entradas que Cervantes es un hombre del siglo XVI cuya producción literaria se da mayoritariamente en el XVII. De ahí que la crítica haya dudado a la hora de clasificarlo como escritor renacentista, manierista o barroco. Además, no olvidemos que su obra literaria tiene mucho de síntesis —síntesis certera— de diversos géneros y tendencias literarias.
En aquella época, los escritores utilizaban distintos estilos y registros lingüísticos: el sublime (habitual en los géneros más prestigiosos y propio de los personajes nobles), el medio y el bajo (correspondiente a los géneros menores y a los personajes más populares, que se expresan con un habla coloquial). Todos estos registros están presentes en el Quijote, cuya característica más notable es precisamente la variedad de hablas y estilos.
Tenemos, por un lado, el lenguaje del discurso narrativo. Tenemos también el lenguaje elevado de los grandes parlamentos de don Quijote, sin olvidar su fabla caballeresca y arcaizante, que aparece ligada al relato de sus aventuras. Este lenguaje medievalizante supone una burla del estilo caballeresco (vemos, pues, la parodia llevada al terreno lingüístico; por ejemplo, en el célebre pasaje de I, 1 en que el narrador alude al estilo intrincado de Feliciano de Silva: «La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura», p. 38), que a su vez es parodiado por otros personajes cuando lo utilizan para dirigirse burlescamente a don Quijote. Por otra parte, encontramos el lenguaje elevado correspondiente a los episodios pastoriles, donde los personajes se expresan en parlamentos amorosos plagados de conceptos neoplatónicos e imágenes petrarquistas.
[1] Reproduzco aquí, con ligeros retoques, el texto de Mariela Insúa Cereceda y Carlos Mata Induráin, El Quijote. Miguel de Cervantes [guía de lectura del Quijote], Pamplona, Cénlit Ediciones, 2006. Las citas del Quijote corresponden a la edición del Instituto Cervantes dirigida por Francisco Rico, Barcelona, Editorial Crítica, 1998. Como estudios de conjunto sobre este tema, ver los trabajos clásicos de Ángel Rosenblat, La lengua del «Quijote», Madrid, Gredos, 1971; y de Helmut Hatzfeld, El «Quijote» como obra de arte del lenguaje, Madrid, CSIC, 1972.