Argumento de «Doña Blanca de Navarra» de Navarro Villoslada (segunda parte)

Blanca II de NavarraVeamos ahora el argumento de la segunda parte de esta novela de Francisco Navarro Villoslada[1], Quince días de reinado. Han pasado quince años desde 1464, pero las guerras civiles siguen siendo el azote del menguado reino de Navarra. Doña Leonor de Foix, una vez eliminados los dos «obstáculos» que se interponían en su camino hacia el trono (sus dos hermanos mayores, don Carlos y doña Blanca), es ya la heredera, aunque mientras vive su padre Juan II solamente puede ostentar el cargo de gobernadora general o lugarteniente del rey. Al morir este en 1479, doña Leonor es coronada, pero durante la ceremonia una mujer le vaticina que su reinado durará únicamente quince días. Se trata de Inés, que reaparece ahora como la penitente de Nuestra Señora de Rocamador, extramuros de Estella: sigue enamorada de Jimeno, aunque sabe que es el suyo un amor sin esperanza, y se limita a procurarle toda la ayuda que necesita allí donde se encuentre por mediación de sus amigos, los judíos. Jimeno se presenta en esta segunda parte haciéndose llamar don Alfonso de Castilla, misterioso personaje que se ha convertido en el favorito de la reina (que, por supuesto, no le reconoce); tiene trazado un plan de venganza contra doña Leonor que consiste en suministrarle un veneno en dosis tal que venga a fallecer precisamente el día del aniversario de la muerte de doña Blanca. Sin embargo, Inés le convence para que desista de esta idea, dejando el castigo en manos de la Providencia, por lo que Jimeno se limita a hacer sufrir a doña Leonor con sus continuos desdenes.

En efecto, la reina siente agudísimos celos de Catalina de Beaumont, una bella joven a la que don Alfonso ha salvado del incendio de su castillo, y por la que siente un cariño especial ya que posee la misma belleza e inocencia que doña Blanca. Doña Leonor, que no tiene inconveniente en eliminar a sus enemigos haciendo uso del veneno, proporciona uno de efecto lento a Catalina. Esta, que es hija del Conde de Lerín, caudillo de los beamonteses, no ama a Jimeno, sino a don Felipe de Navarra, mariscal del reino y cabeza del bando contrario, el agramontés. La rivalidad entre ambas familias parece disminuir, merced a la tregua firmada para la coronación de la reina, hasta el punto de prepararse la boda de ambos jóvenes (que supondría la paz definitiva), pero una confusión —relativa a la entrega de unos castillos— hace que se enconen los viejos odios, y el padre de Catalina mata a don Felipe. Entonces Catalina, que no desea ya vivir, arroja al suelo el frasco que le traen con el contraveneno; no obstante, logra salvarse gracias a un nuevo antídoto que le da Inés. Mientras tanto, van pasando los quince días de reinado vaticinados a doña Leonor y esta, sintiéndose cada vez peor, fallece, de muerte natural —castigada por Dios—, en la fecha para la que había sido emplazada. Inés y Catalina ingresan en un convento y Jimeno parte a pelear en la guerra de Granada.


[1] Para este autor ver Carlos Mata Induráin, Francisco Navarro Villoslada (1818-1895) y sus novelas históricas, Pamplona, Gobierno de Navarra (Dpto. de Educación, Cultura, Deporte y Juventud-Institución Príncipe de Viana), 1995. Y para su contexto literario remito a Carlos Mata Induráin, «Estructuras y técnicas narrativas de la novela histórica romántica española (1830-1870)», en Kurt Spang, Ignacio Arellano y Carlos Mata (eds.), La novela histórica. Teoría y comentarios, Pamplona, Eunsa, 1995, pp. 145-198; 2.ª ed., Pamplona, Eunsa, 1998, pp. 113-151.

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