Ese es el principal tema de lo que Mariano Azuela nos cuenta en su novela: la desilusión por lo que pudo haber sido y no fue la Revolución. Se podrían señalar otros temas menores (el caciquismo, la crueldad y la violencia, la visión del amor y de la mujer, la lucha de facciones opuestas dentro de la Revolución, la religión…), pero todos ellos dependen o están mediatizados por aquel otro.
Son muchos los autores que coinciden en señalar esa desilusión que muestra la novela: se habla de pesimismo, de fatalismo, se ha discutido incluso si su contenido ideológico es revolucionario o todo lo contrario, precisamente por la sinceridad de Azuela al mostrar las contradicciones internas de la Revolución. Son muchas las citas de otros estudiosos que se podrían aducir[1], pero voy a preferir remitirme al propio texto de Los de abajo para corroborar estos extremos, acudiendo también a las palabras de autocrítica del propio Azuela cuando resulten de interés. Empecemos por esto último:
En calidad de médico de tropa —escribió Azuela— tuve ocasiones sobradas para observar desapasionadamente el mundo de la Revolución. Muy pronto la primitiva y favorable impresión que tenía de sus hombres se fue desvaneciendo en un cuadro de sombrío desencanto y pesar. El espíritu de amor y sacrificio que alentara con tanto fervor como poca esperanza en el triunfo a los primeros revolucionarios, había desaparecido. Las manifestaciones exteriores que me dieron los actuales dueños de la situación, lo que ante mis ojos se presentó, fue un mundillo de amistades fingidas, envidias, adulación, espionaje, intrigas, chismes y perfidia. Nadie pensaba ya sino en la mejor tajada del pastel a la vista[2].
[1] Ver tan solo esta de Marta Portal: «Azuela es un escritor desconocido hasta el 24. Su obra revolucionaria la escribe del 12 al 18, en que nadie lo leía. Su insistencia en denunciar, auscultar, diagnosticar la realidad, a pesar de saberse no escuchado, nos dice de su honradez profesional […]. Alguien ha dicho que la posición de Azuela era contrarrevolucionaria. La tesis es insostenible, todo el historial literario y biográfico de Azuela la desacredita, porque con igual denuedo atacó al porfirismo que a la Revolución contendiente o a la Revolución triunfante. Su posición es valiente, arriesgada… y solitaria» (Proceso narrativo de la Revolución Mexicana, México, Ediciones de Cultura Hispánica, 1977, pp. 79-80).
[2] Mariano Azuela, Obras completas, ed. de Francisco Monterde, México, Fondo de Cultura Económica, 1960, vol. III, pp. 1080-1081.