Ana María Navales ofrecía esta valoración de Corte de corteza de Daniel Sueiro[1], con la que coincido en buena medida:
Sueiro ha puesto en Corte de corteza toda la imaginación de que probablemente es capaz aunque, en muchos pasajes, se ha quedado a mitad de camino entre la fantasía del futuro y la realidad del presente a que tan acostumbrado está. Lo verdaderamente interesante en esta novela, a la que quizás sobran páginas, perdidas en una confusa demagogia, es la manera de tratar el tema. […] Sueiro quiso salir del oscuro callejón de la novela social con un tema y un planteamiento universal. Su ambicioso proyecto se le quedó en una realidad conseguida de menor trascendencia que lo imaginado. Sus dos piedras de toque, literatura para una mayoría de público y su particular ideología, limitaron su obra en este caso en que el escritor no se limitaba a sí mismo, amparado en el consciente confusionismo de su planteamiento. No obstante, en Corte de corteza utilizó una fórmula valiosa en la que quizá no ahondó suficientemente. Algunos personajes quedan borrosos y desleídos en esa falsa ciencia-ficción y en su mundo de postulados y teorías que les resta enjundia y fuerza humana por exceso de cerebralismo[2].
Ciertamente, Corte de corteza fue una obra renovadora en su momento de aparición: lo fue en lo formal, aunque hoy estemos acostumbrados a experimentalismos mucho mayores; y lo fue también temáticamente, si bien ahora —a más de cuarenta años de distancia— tampoco nos llama tanto la atención desde ese punto de vista: muchos de los avances de los que habla Sueiro son en nuestros días realidad cotidiana, o casi lo son. La novela nació como un eco de la euforia de los trasplantes y hoy los maravillosos progresos de la medicina en este campo continúan sorprendiéndonos positivamente. Día a día la ciencia avanza, haciendo realidad proyectos que hace pocos años eran impensables (o solo soñados por la mente de algún escritor, como por ejemplo Julio Verne en su tiempo). Hoy por hoy, el argumento que plantea Corte de corteza, un trasplante de cerebro[3], no parece posible, afortunadamente, pero quizá no lo sea en un futuro más o menos lejano…
En cualquier caso, la obra de Daniel Sueiro resulta interesante, fácil de leer y, lo más importante, nos hace reflexionar, entre otras cosas, sobre la pérdida de valores en una sociedad cada vez más deshumanizada[4].
[1] La edición manejada es la de Madrid / Barcelona, Alfaguara, 1969.
[2] Ana María Navales, Cuatro novelistas españoles: M. Delibes, I. Aldecoa, D. Sueiro, F. Umbral, Madrid, Fundamentos, 1974, pp. 195-197.
[3] Este mismo tema lo ha planteado más recientemente Jesús Ferrero en su novela Doctor Zibelius, Sevilla, Algaida, 2014.
[4] Ver para más detalles Carlos Mata Induráin, «Experimentación narrativa y crítica social en Corte de corteza (1969), de Daniel Sueiro», en Concepción Martínez Pasamar y Cristina Tabernero Sala (eds.), Por seso e por maestría. Homenaje a la Profesora Carmen Saralegui, Pamplona, Eunsa, 2012, pp. 387-408.