«La dama boba» de Lope de Vega: nuevas mudanzas de amor, una boba fingida y un final feliz (2)

Sea como sea, lo esencial de aquí al final de la comedia[1] va a estar en la discreción de Finea: una Finea enamorada, que ve a Laurencio en todas partes (cfr. su bello parlamento de los vv. 2405-2426). El amor, sin duda, inspira sus palabras. Laurencio comenta la mudanza que se ha obrado en ella y, de alguna manera, se lamenta del cambio: afirma que él la prefería inocente, porque ningún discreto hablar es tan santo como el callar (Laurencio, por cierto, verbaliza con estas palabras la misma idea acerca de la condición de la mujer casada que tienen Otavio y Miseno). A él le viene un daño de que Finea sea ahora discreta, porque la vuelve a solicitar Liseo, que olvida a Nise. Finea se reitera en la idea de que ella no ha tenido otro maestro que el amor, y así le dice a Laurencio: «Tú eres la ciencia que aprendo» (v. 2474). Y esta nueva Finea, con su discreto ingenio, se va a convertir en una verdadera dama tracista que será capaz de encontrar el remedio a la difícil situación en que se encuentran ella y su enamorado: si Liseo vuelve a quererla —razona— es porque es discreta; pues bien, ella tornará a ser necia y así él no la querrá. La dama ahora fingirá que es boba, y podrá hacerlo —argumenta— porque tiene costumbre y porque, además, las mujeres aun antes de nacer fingen (ver los vv. 2499-2513).

La dama boba, dirección Rodrigo Arribas

Y así se hará, dando lugar este ardid de la fingida dama boba a una escena de gran comicidad. Cuando se presenta ante ella Liseo, finge no conocerlo, diciendo que no sabe si es él u Oliveros; y después va hilando un disparatado parlamento sobre las mudanzas —las distintas fases— de la luna (comenta que las lunas viejas se guardan para remiendo de las que salen menguadas, etc.; ver los vv. 2539-2551). Y vuelve a interpretar en sentido literal las frases figuradas, como por ejemplo quitar el gusto:

LISEO.- Quitado me habéis el gusto.

FINEA.- No he tocado a vos, por cierto;
mirad que se habrá caído (vv. 2561-2563).

Liseo no puede menos que lamentarse de su mala suerte, pues él ha vuelto a pedir la mano de Finea justo cuando ella ha retornado a su ser antiguo de boba. Cuando pasan a hablar de un tema elevado como es el alma, ella vuelve a sus prevaricaciones idiomáticas de antes (confundiendo —fingiendo confundir— se organiza con longaniza):

LISEO.- Las almas
obran por los instrumentos,
por los sentidos y partes
de que se organiza el cuerpo.

FINEA.- ¿Longaniza come el alma?… (vv. 2585b-2589).

Con expresiones de este tenor, no nos extraña nada que Liseo decida volver a la antigua querencia de Nise… Una Nise, por su parte, celosa al ver que Laurencio y su hermana se tienen amor, lo que llevará a reprocharle a su hermana su traición:

NISE.- Y tú, que disimulando
estás la traición que has hecho,
lleno de engaños el pecho
con que me estás abrasando,
pues, como sirena, fuiste
medio pez, medio mujer,
pues de animal a saber
para mi daño veniste,
¿piensas que le has de gozar?

FINEA.- ¿Tú me has dado pez a mí,
ni sirena, ni yo fui
jamás contigo a la mar?
¡Anda, Nise, que estás loca!

NISE.- ¿Qué es esto?

CELIA.- A tonta se vuelve (vv. 2687-2700).

Cuando Nise le echa en cara que le arrebata a su Laurencio: «¿El alma piensas quitarme / en quien el alma tenía?», Finea replicará graciosamente: «Todos me piden sus almas: / almario debo de ser» (vv. 2713-2714), y enseguida insiste con un nuevo chiste: «Almas me piden a mí; / ¿soy yo Purgatorio?» (vv. 2720-2721a)[2].


[1] Citaré por esta edición: Lope de Vega, La dama boba, ed. de Alonso Zamora Vicente, Madrid, Espasa Calpe, 2001.

[2] Para más detalles remito a mi trabajo: Carlos Mata Induráin, «La comicidad en La dama boba», en Javier Espejo Surós y Carlos Mata Induráin (eds.), Preludio a «La dama boba» de Lope de Vega (historia y crítica), Pamplona, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 2020, pp. 191-220.

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