La trayectoria poética de José Luis Amadoz: «Mito de Andrós» (1995-1998) (2)

El siguiente poema[1], ya desde el título, «Para un poeta en Nueva York», es un sentido homenaje a García Lorca, al que se evoca como «Poeta valiente / de ojos acerados», y a su poesía como el «heraldo eterno / de tu palabra», «la saliva nueva de tu palabra», «tu palabra / guerrera al viento». A veces la referencia se hace más concreta, como cuando habla de «tu canción gitana», en alusión transparente al Romancero gitano, o estos otros versos que recrean la temática y el ambiente poético de Poeta en Nueva York:

Se hiela Central Park, con los niños multicoloreados,
tu mirada blanca,
limpia,
se deshoja protectora
en aquel baile festivo
de tus tardes densas y paradas
en las que la luz se esconde compacta
y el viento se cuaja.

De ademán furtivo
se abre el alba de tu corazón
para mirar con ternura
niños que juguetean,
viejos que dormitan y mueren
en aquel cementerio en vida,
se abre el alba de tu corazón
en tu voz favorita
como un efusivo canto
de pájaros agonizantes.

Federico García Lorca

Los lectores que conozcan la poesía surrealista, plena de imágenes oníricas, de Poeta en Nueva York percibirán en estos versos —en todo el poema, en general— claros ecos de los versos lorquianos. En la composición se alude también al asesinato del granadino durante la guerra civil: «Joven poeta / segado por el cuchillo fiero / de la sangre»; y termina recordándolo elegíacamente como «joven poeta que lloras tu luz / y con el beso postrero / sientes que todo se marchita, / muere».

«A este loco de la colina» es un poema más enigmático que evoca a un personaje solitario, sin voz ni amigos, que se ignora a sí mismo, que permanece encerrado «en la jaula de sus sueños», y que bien pudiera ser una nueva alusión velada a ese Dios lejano que no deja sentir fácilmente su presencia. Y el siguiente, «Amas la libertad…», constituye un reiterado canto a la libertad, concebida como una «excelsa venus desmelenada / de mirada serena», buscada por «aventureros y navegantes». El poema es mitad evocación nostálgica, mitad apóstrofe a la libertad, considerada al mismo tiempo como «Edén añorado» y como «furtiva sirena»:

… vieja libertad de antaño
que florece como flor silvestre
en cada uno de nosotros,
y nos alimenta de crónicos anhelos
descubriendo nuestro oculto deseo
de libertad inalcanzada
[…]
vieja libertad escurridiza,
[…]
recorremos montañas y valles
para salvarte,
para proclamar tu amor
de madre,
tu frescura joven,
el misericorde rostro
de tus labios concupiscentes,
el reto inaudito
de tu, acaso, adiós definitivo[2].


[1] Este poemario no fue publicado previamente de forma exenta, sino que quedó incorporado directamente al conjunto de su Obra poética (1955-2005), Pamplona, Gobierno de Navarra-Institución Príncipe de Viana, 2006.

[2] Para más detalles remito a mi trabajo «José Luis Amadoz, poeta “aprendiz de brujo”: cincuenta años de coherencia poética (1955-2005)», introducción a José Luis Amadoz, Obra poética (1955-2005), Pamplona, Gobierno de Navarra-Institución Príncipe de Viana, 2006.

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