Miguel de Dicastillo, poeta cartujo tafallés del siglo XVII

Comenta José María Romera que el siglo XVII en Navarra no es demasiado abundante en escritores, por lo menos si se compara con la exuberancia que conoce en este momento el conjunto de la literatura española. Sin embargo, ha puesto de relieve también que las escasas muestras del Barroco literario en Navarra «alcanzan una muy estimable calidad, de modo particular en la poesía»[1], terreno en el que brillan con luz propia las figuras de José de Sarabia (autor de la «Canción real a una mudanza», al que ya dediqué una entrada anterior) y Miguel de Dicastillo, cartujo tafallés que cultiva la poesía religiosa. En efecto, estos son los dos poetas principales que podemos encontrar en nuestro recorrido por la historia de la poesía en Navarra en el siglo XVII, si bien todavía podremos añadir (en próximas entradas) algunos nombres más.

El P. Miguel de Dicastillo (Tafalla, 1599-Cartuja de El Paular, 1649), religioso cartujo, es autor de Aula de Dios, cartuja real de Zaragoza (Zaragoza, por Diego Dormer, 1637), poema con forma didáctico-descriptiva, en silvas, del que ya hablara elogiosamente Ticknor. Zalba conjeturaba que tal vez antes de ser religioso Dicastillo pudo escribir otro tipo de versos[2], que él llamó profanos, pues se arrepiente de ellos en su Aula de Dios: «y lloro renovando la memoria / de cuando yo algún día / cantar versos solía / de finezas humanas». Sin embargo, esta indicación podría responder igualmente a un mero tópico literario.

Portada de Aula de Dios

Pertenece Aula de Dios al género barroco del poema descriptivo, y cabe destacar que Dicastillo se anticipa en algunos años a la obra más característica del corpus, el Paraíso cerrado (1652) de Soto de Rojas. Su tema nuclear es el del desengaño barroco, pues en lo esencial se trata de una invitación del yo lírico a un destinatario interno del poema para que este abandone el ajetreo de la vida mundana y se retire al claustro para llevar una vida libre de preocupaciones y plenamente gozosa, en contacto permanente con la naturaleza y con su Creador.

En los versos de Dicastillo se aprecia cierta influencia gongorina (González Ollé la detecta «tanto en sintaxis y léxico como en motivos concretos»[3]), aunque limitada. Otros rasgos estilísticos que deben ser mencionados son su erudición y conocimiento de la cultura de la Antigüedad, la presencia de situaciones y motivos contemporáneos vueltos a lo divino y el acertado tono poético, mantenido —con algunos altibajos— a lo largo del poema, que hacen de este olvidado poeta navarro un escritor digno de mayor atención.

Afirma González Ollé que «queda asimismo patente la calidad poética de esta obra, pese a seguir los convencionalismos propios de un género que los tiene muy estrictos», y concluye: «A mi juicio, Aula de Dios ha de inscribirse en el parnaso navarro como la obra de más prolongado y sostenido aliento poético, con las inevitables desigualdades debidas a su extensión»[4].

Existe una edición facsímil de Aula de Dios, cartuxa real de Zaragoza (Zaragoza, Pórtico, 1978), con un estudio preliminar de Aurora Egido, donde se pueden encontrar más detalles sobre Dicastillo, su poema y su contexto genérico. Por mi parte, he dedicado un par de trabajos al cartujo navarro, donde el lector interesado podrá encontrar un análisis más detenido de su poema y su estilo, al que he aplicado la etiqueta de «culteranismo cartujo»[5]. Ahora, como mínimo ejemplo de ese estilo poético de Miguel de Dicastillo (empleo de términos cultistas, versos bimembres…), recordaré únicamente esta descripción poética del amanecer:

Despierto, pues, con las cantoras aves,
cuando con dulces voces y süaves,
después de haber templado en los jazmines
los picos amorosos, los clarines,
que celebren de Febo
el primer rosicler, el rayo nuevo…


[1] José María Romera Gutiérrez, «Literatura», en AA. VV., Navarra, Madrid, Editorial Mediterráneo, 1993, p. 179b.

[2] Ver José Zalba, «Páginas de la historia literaria de Navarra», Euskalerriaren Alde, XIV, 1924, p. 354.

[3] Fernando González Ollé, Introducción a la historia literaria de Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra (Dirección General de Cultura-Institución «Príncipe de Viana»), 1989, p. 122.

[4] González Ollé, Introducción a la historia literaria de Navarra, p. 122.

[5] Ver Carlos Mata Induráin, «El “culteranismo cartujo” de Aula de Dios (1637), de Miguel de Dicastillo», Río Arga, núm. 103, tercer trimestre de 2002, pp. 20-26; y «“De flores intrincado laberinto”: el jardín poético de Aula de Dios (Zaragoza, 1637) de Miguel de Dicastillo», en María Luisa Lobato y Francisco Domínguez Matito (eds.), Memoria de la palabra. Actas del VI Congreso de la Asociación Internacional Siglo de Oro, Burgos-La Rioja, 15-19 de julio de 2002, Madrid / Frankfurt, Iberoamericana / Vervuert, 2004, vol. II, pp. 1303-1315.

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