El esquema de la burla (ya presente en diversos subgéneros entremesiles del siglo XVI) es esencial en la construcción de estas piezas, y la crítica viene destacando en los últimos años su relación con las modalidades expresivas (teatrales y parateatrales) de la cultura popular carnavalesca. En el amplio corpus de entremeses áureos apreciamos una gran variedad de estructuras y temas, de ahí que su clasificación resulte complicada. Bergman estableció una distinción básica entre los de enredo, los de costumbres y los de carácter, según predomine en ellos la peripecia —basada casi siempre en una burla—, la pintura del entorno o el personaje[1].
Otra tipología, entre varias posibles, es la debida a Huerta Calvo[2], quien distingue a su vez cinco categorías, según cobre mayor relieve la acción, la situación, el personaje, el lenguaje literario o el lenguaje espectacular (la representación). Repasaré brevemente esta tipología de Huerta Calvo:
1) Entremeses en los que predomina la acción, por lo general de carácter burlesco. Desarrollan una pequeña intriga consistente en una burla o engaño (La tierra de Jauja, de Lope de Rueda), a menudo de tipo amoroso (Cornudo y contento de Lope de Rueda, La cueva de Salamanca de Cervantes, El dragoncillo y La cueva de Salamanca de Calderón, El gigante de Cáncer, Los gigantes de Pedro Rosete Niño, El astrólogo tunante de Bances Candamo…). Los sujetos agentes de las burlas suelen ser estudiantes, ladrones, clérigos y sacristanes, mientras que los objetos pacientes son bobos, villanos y vejetes.
2) Entremeses en los que prima la situación, esto es, aquellos en los que la acción queda supeditada a la presentación costumbrista del marco ambiental, con pequeños cuadros de la vida cotidiana, especialmente de ciudades como Madrid o Sevilla: Las vendedoras en la Puerta del Rastro de Gil López de Armesto y Castro, La maya y El abadejillo de Quiñones de Benavente, Las Carnestolendas de Calderón, el Entremés para la noche de San Juan de Moreto, El día de San Blas en Madrid de Lanini, El Prado de Madrid y baile de la capona de Salas Barbadillo…
3) Entremeses que se centran en la presentación de uno o varios personajes ridículos y extravagantes, que muchas veces adoptan la estructura del desfile de figuras (con sus correspondientes vicios y manías) ante un juez examinador. Son obras de gran fuerza satírica como El hospital de los podridos de Cervantes, El examinador Miser Palomo de Hurtado de Mendoza, La visita de la cárcel de Cáncer, El hospital de los mal casados, El zurdo alanceador o La ropavejera de Quevedo…
4) Entremeses en los que interesa sobre todo la experimentación con el lenguaje, con debates burlescos entre distintos personajes (riñas de marido y mujer, contiendas verbales entre miembros de distintas profesiones, particularmente alcaldes, etc.). Así, Las aceitunas de Lope de Rueda, La guarda cuidadosa de Cervantes, La sacristía de Mocejón de Quiñones, etc.
5) En fin, entremeses que pretenden generar un espectáculo brillante por medio de elementos no verbales (disfraces, coreografía, música, escenografía…), y que se hallan cercanos a otras modalidades como el baile o entremés cantado y la mojiganga, que revisaremos en próximas entradas.
Pingback: Tipología del entremés barroco | Ínsula Barañaria | Teatro de Siglo de Oro español en red | Scoop.it
Pingback: Burla burlando… | mariabango