Lope va a tomar a partir de ahora nuevos rumbos en su intento de acercamiento a la nobleza cortesana[1]. En agosto de 1605 viaja de Toledo a Madrid (quizá con motivo del fallecimiento de su hermana, Isabel del Carpio) y conoce a don Luis Fernández de Córdoba y Aragón, el joven duque de Sessa (sexto en el título) y de Baena y almirante de Nápoles. Entra a su servicio como secretario no oficial y confidente, y con él mantendrá una estrecha y particular relación hasta el final de sus días. Lope (43 años, frente a los 23 del joven noble, aficionado a las letras y a las mujeres) va a ayudarle en sus galanteos, le escribirá los billetes amorosos, le servirá en suma de alcahuete en sus aventuras. En próximas entradas se desarrollará más por extenso todo lo relacionado con su servicio al duque de Sessa.
Podemos señalar otros hitos importantes en estos años. En 1606, año en que la corte retorna a Madrid, él está en Toledo con su mujer, pero hace frecuentes visitas a Madrid para ver al de Sessa; y hay documentados viajes de Micaela desde Toledo a Madrid, donde ambos amantes se encontrarían. Ese año nace Carlos Félix, hijo legítimo, que sería bautizado el 28 de marzo. El 22 de octubre de 1607 alquila unas casas en la calle del Fúcar, seguramente no para la familia legítima, sino para la adulterina (él sigue viviendo oficialmente en Toledo, con su esposa Juana y su hijo Carlos Félix). Como vemos, Lope se ve obligado a seguir llevando una doble vida…
[1] El texto de esta entrada está extractado del libro de Ignacio Arellano y Carlos Mata Induráin Vida y obra de Lope de Vega, Madrid, Homolegens, 2011. Se reproduce aquí con ligeros retoques.
Se las trae el duque de Sessa, pero su padre no era tampoco muy convencional que digamos. La hija del administrador del más famoso Grande de Andalucía en el XVI —el duque de Sessa, cordobés como los Cervantes— había escogido como esposo al manumiso de éste, el negro Juan Latino, el del Quijote I. Si el duque Viejo fue padre del Latino, o no, no se sabra nunca; pero lo cierto es que lo hizo educar tan bien que Juan se convirtió en el primer humanista negro de Europa, compuso en latín un canto a Lepanto, y llegó a profesor. Creo recordar que Juan Latino asistía a clases con el hijo del duque, el futuro Sessa de Lope. La grandeza de Lope como dramaturgo en parte proviene de sus experiencias inusuales, del dislocamiento de su vida extremada: estuvo en la Invencible cuando la muerte del glorioso marqués de Santa Cruz puso la armada en las manos del negrero Medina Sidonia con quien se hundió el idealismo de la caballería española, la más antigua de Europa (Orden de Santiago); estuvo desterrado de Madrid por amores con una que era como él, la actriz Elena Osorio, y se exilió en Valencia; sus giros le llevaron a la órbita del privado Lerma, «el mayor ladrón de España» y de los reyes por tanto; se llenó de fama, mujeres e hijos; se metió a sacerdote y a familiar de la Inquisición; conoció Indias si mal no recuerdo; un hijo se le ahogó en la isla Margarita, una hija monja se saltó el muro del convento. Lope escribe emocionados desnudos versos al Crucificado, eróticos versos sobre la amante que como el ciervo vuelve a lamer la mano («vuelve a su manso…»), y El Anzuelo de Fenisa, y personajes como el Caballero de Olmedo y el pueblo de Fuenteovejuna. A veces, antes, cuando veía una telenovela latinoamericana empezaba a notar semejanzas, en la trama y en la estructura p.e., y me decía «ésta es de Lope también».
Carlos:
Me encanta tu aportación sobre Lope y el Duque de Sessa. De veras que eran «liberales» de muchas maneras…! ruis de alarcón también se acercó a los nobles (El Duque de Medina de las Torres, el Duque de Cea) de modo «ortodoxo». Ya te platicaré de algún descubrimiento reciente sobre el lado «nobiliario» por sus ascendientes,, del insigne jorobado.
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te seguir´
Margarita, estoy muy pendiente de lo que ud. pueda platicar sobre Alarcon; la conozco personalmente y a Ysla, desde su visita de ud. a Los Angeles y también por medio de la Aitenso (El escritor y la escena Actas III, 1995). He trabajado El Taisnerio también.
Muchas gracias, Margarita y María Eugenia, por vuestros comentarios. Un abrazo a las dos.