En la entrada anterior habíamos examinado lo relacionado con la ética individual. Es en la tercera sección donde aparecen los poemas de contenido social o político. Seré más breve: «La buena doctrina» afirma que el segundo pecado, después del homicidio, es «La soberbia del yo», la egolatría, el narcisismo, el excesivo individualismo. Vuelve a rechazar Guillén las dictaduras, los regímenes totalitarios que uniformizan todos los pensamientos («Agencia de viajes»); crítica el comportamiento incivilizado de parte de la juventud actual como expresión o reflejo de un mundo desorientado, sin valores, en estas últimas décadas del siglo, y se pregunta: «¿Qué saldrá de este caos nuclear?» («Casi metamorfosis»). Plantea los problemas de incomunicación en la sociedad actual («La incomunicación»), pero dejando ya paso en este poema a la esperanza, como es habitual en Guillén: «Bípedos parlanchines, no perdamos / La fe. No somos todos delincuentes. / Vosotros los humanos, sois capaces / De más, de Mucho Más».
«Guerra total» introduce otro aspecto distinto de los supuestos negativos: la intolerancia racial y religiosa, ejemplificada en este caso con un suceso histórico: el de la no posible convivencia de cristianos y moriscos una vez finalizada la Reconquista española. Es muy posible que exista también una afirmación velada de que las cosas seguían igual de mal todavía en la España franquista, por las referencias a «Movimiento en quietud» y «Los principios eternos». El título «Caza mayor» supone la base de una metáfora: la guerra es una cacería en la que el prójimo es la gran presa; y la culminación de todos los horrores de la guerra es el bombardeo de ciudades: «Crimen total, sobre ciudades bombas, / Suma culminación. ¡Oh Siglo Veinte!» (por desgracia, la protesta de Guillén sigue teniendo actualidad hoy día). Este tono imprecatorio con que acaba el poema, de reproche contra el siglo XX, se repite con cierta frecuencia en su poesía. Tampoco aquí parece haber puerta abierta para la esperanza.
Otro aspecto negativo de nuestro siglo XX lo constituyen «Los tiranos», que es el título de otro poema. Después de clasificarlos en tres tipos: «El loco, el perverso, el vulgar», clama de nuevo el poeta contra nuestra centuria: «¡Cuantos asesinados! Siglo XX. / Maravillosa técnica científica». Es otro poema en el que, de nuevo, no se deja paso a la esperanza; las palabras finales del poema son claras: «(Fin de lectura: el horror —No, no, por Dios, el vómito.)».
«Lo pésimo» introduce los temas del exterminio judío («Lo peor: aquel Auschwitz. El horror se razona») y de la guerra civil española («La guerra que es cruzada. Son cómplices los dioses»). «Arte del terror» enlaza con los poemas que denuncian una posible nueva guerra mundial. En «¿Fin del mundo?» el poeta responde negativamente a la pregunta del título: «Me resisto a creer en tal locura», aunque la «Historia de la Bestia Humana» haya sido toda un cúmulo de guerras y violencias, de «Terror y destrucción total». Lo único que se puede oponer a tal absurdo es «La esperanza, sustancia del viviente»:
Larga marcha nocturna hacia la aurora, Hacia más luz, hacia existencia activa Con trabajos continuos y difíciles, Insertos en un mundo que es de todos. Y juntos nos salvamos o perdemos, Porque el destino sigue en nuestras manos.
¿Y el amor? En las bases y en las metas.
El poema, que es el último de todos los que tratan estos temas, acaba de nuevo —como ocurría con los poemas relativos a la ética individual, como ocurre casi siempre en Guillén— con una nota de esperanza: «Frente al gran horizonte luminoso, / A esta paz tan concreta, bien vivida»[1].
[1] Ver para más detalles Carlos Mata Induráin, «La cuarta parte de «Final», de Jorge Guillén: «En tiempo fechado». Ordenación temática», Rilce. Revista de Filología Hispánica, 13.1, 1997, pp. 74-101.