La impresión de burla, engaño y juego que impregna toda la comedia de El astrólogo fingido de Calderón queda reforzada asimismo por diversas alusiones metateatrales. Así, dice Beatriz a doña María:
Dama
de comedia me pareces;
que toda mi vida vi
en ellas aborrecido
al rico, y favorecido
al pobre, donde advertí
su notable impropiedad;
pues si las comedias son
una viva imitación
que retrata la verdad
de lo mismo que sucede,
¿a un pobre verle estimar,
cómo se puede imitar,
si ya suceder no puede? (pp. 128b-129a)[1].
Hay también un comentario sobre los tópicos amores de los criados en paralelo a las relaciones sentimentales de sus amos: Morón se muestra dispuesto a amar a Beatriz si su amo don Diego ama a doña María, «que un criado siempre fue / en la tabla del amor / contrapeso del señor» (p. 133a).
Véase igualmente esta otra alusión a la poca verosimilitud de los lances dramáticos de la comedia:
DIEGO.- Por la reja de la calle
este papel has de echalle;
porque, si le llega a ver,
siendo público el secreto,
por fuerza a su casa irá
aquesta noche, y tendrá
nuestra burla lindo efeto.MORÓN.- ¿Piensas que comedia es,
que en ella de cualquier modo
que se piense, sale todo?
¿Si él lee, y no va después?…DIEGO Excusas habrá. Entre tanto
mudarnos los dos podemos,
para que a la vista estemos
de en lo que para el encanto (p. 148).
[1] Cito por Pedro Calderón de la Barca, El astrólogo fingido, en Obras completas, tomo II, Comedias, ed. de Ángel Valbuena Briones, Madrid, Aguilar, 1956, pp. 127-162. Ahora contamos con la edición crítica de las dos versiones de El astrólogo fingido por Fernando Rodríguez-Gallego, Madrid / Frankfurt am Main, Iberoamericana / Vervuert, 2011.