Doña Blanca de Navarra, que da título a la obra de Francisco Navarro Villoslada[1], es el principal personaje (aunque muere al final de la primera parte, en la segunda está siempre presente en el recuerdo de los demás). Se nos presenta como una mujer hermosa, de angelical belleza, de mirada dulce y bondadosa, inocente, cándida, delicada y pudorosa, con un carácter melancólico por los infortunios que sufre y las injustas persecuciones que padece. Enamorada de Jimeno, le ama igual como sencilla villana que como heredera del trono. Su gran bondad queda de manifiesto al perdonar de corazón a su hermana Leonor, que la ha envenenado, y al solicitar a Jimeno que ame a su rival, Inés. En definitiva, el autor la pinta en todo momento como un «ángel de bondad».
Jimeno es el protagonista masculino: tímido y apocado, su carácter se transforma cuando la mujer que ama es secuestrada, convirtiéndose en un valiente guerrero, jefe de los bandoleros de las Bardenas primero y luego capitán de aventureros al servicio del rey. También él aparece altamente idealizado: en el carácter de este joven de rostro dulce y hermoso se acumulan las notas de valor, gentileza, apostura, gallardía, honradez, valentía, magnanimidad… La nobleza de sus actos es reconocida en distintas ocasiones, en particular por las dos mujeres que le quieren: «Si no sois hidalgo por la cuna, lo sois por vuestras virtudes», le dice Inés; «¡La nobleza de tu alma suple con creces la que pueda faltarte por tu cuna!», comenta doña Blanca. Hay algo de quijotesco en Jimeno, sobre todo en la escena en que libera a doña Blanca; no en balde le llama mosén Pierres «el buen paladín, desfacedor de entuertos». En la segunda parte reaparece con el nombre de don Alfonso de Castilla y el ánimo cambiado, ahora más siniestro: sigue siendo noble y bizarro, pero con algo de diabólico en sus palabras y en sus intenciones, como muestra el maquiavélico plan de venganza que ha concebido para castigar a doña Leonor. En suma, Jimeno es el típico héroe romántico enfrentado con un mundo hostil que le impide ver realizados sus anhelos y esperanzas, en concreto, su amor por doña Blanca.
[1] Para este autor ver Carlos Mata Induráin, Francisco Navarro Villoslada (1818-1895) y sus novelas históricas, Pamplona, Gobierno de Navarra (Dpto. de Educación, Cultura, Deporte y Juventud-Institución Príncipe de Viana), 1995. Y para su contexto literario remito a Carlos Mata Induráin, «Estructuras y técnicas narrativas de la novela histórica romántica española (1830-1870)», en Kurt Spang, Ignacio Arellano y Carlos Mata (eds.), La novela histórica. Teoría y comentarios, Pamplona, Eunsa, 1995, pp. 145-198; 2.ª ed., Pamplona, Eunsa, 1998, pp. 113-151.