El soneto «A la hermosa pastora llamada Pandora» de Julián de Medrano

Venimos examinando en diversas entradas algunas de las composiciones líricas incluidas en la miscelánea renacentista La silva curiosa de Julián de Medrano, caballero navarro (1583)[1]. En una entrada anterior comenté el poema titulado «Crueles extremos de amor a la hermosa Pandora», que forma parte de la sección «Versos pastoriles de Julio M. sentidos y harto graciosos»[2], y hoy traigo otro dedicado a la misma destinataria, que figura bajo el epígrafe «A la hermosa pastora llamada Pandora». Es el segundo poema incluido en la citada sección:

Por un hermoso campo de un florido
prado andaba robando tiernas flores[3]
mi pastora, a la cual todos pastores
el precio[4] de belleza han concedido.

Y, ornando[5] una guirlanda[6] que han tejido
de todas diferencias de colores[7],
topó al pequeño dios de los amores[8]
cual víbora entre flores escondido[9].

Y hizo[10] ella luego un lazo de cabellos[11]
para le atar más de presto a la hora[12],
sus prestas alas sacudiendo al viento[13],

y mírala después de suelto dellos,
y díjole: «Bien átame, Pandora,
que en tus ojos haré perpetuo asiento»[14].

CupidoComo podemos apreciar, se trata de un soneto con la estructura de rima más usual, ABBA ABBA CDE CDE, en el que encontramos maneja algunos motivos e imágenes habituales en la lírica amorosa del Siglo de Oro[15]. En efecto, la pastora Pandora[16], reconocida unánimemente como la más hermosa por todos los pastores (vv. 3-4), atrapa con la red de amor de sus cabellos nada menos que a Cupido,y este, tras lograr soltarse, le asegura que, si lo ata bien (v. 13), él tendrá perpetuo asiento en sus ojos (v. 14); valga decir, el dios del amor garantiza que los ojos de Pandora enamorarán a todos cuantos los vean.


[1] Esta entrada forma parte del proyecto de investigación Modelos de vida y cultura en la Navarra de la modernidad temprana, dirigido por Ignacio Arellano, que cuenta con una ayuda de la Fundación Caja Navarra, «Convocatoria de ayudas para la promoción de la Investigación y el Desarrollo 2015», Área de Ciencias Humanas y Sociales.

[2] Ver mi artículo «Versos pastoriles y amorosos de Julián de Medrano», Río Arga. Revista de poesía, núm. 92, cuarto trimestre de 1999, pp. 27-31.

[3] andaba robando tiernas flores: al parecer, la pastorcilla anda recogiendo flores por el campo. En la tradición petrarquesca, suele ser habitual el motivo —no presente aquí— de la mujer hermosa que hace que broten bellas flores a su paso.

[4] precio: aquí significa lo mismo que premio, galardón.

[5] ornando: adornando, componiendo.

[6] guirlanda: metátesis, por guirnalda.

[7] de todas diferencias de colores: de muy variados colores.

[8] pequeño dios de los amores: se refiere a Cupido, hijo de la diosa Venus, dios del amor.

[9] cual víbora entre flores escondido: evocación del «latet anguis in herba» (Virgilio, Bucólicas, 3, 93), pasaje muy recordado en la literatura aurisecular. Baste recordar los conocidos versos del soneto de Góngora que comienza «La dulce boca que a gustar convida…»: «… porque entre un labio y otro colorado /Amor está, de su veneno armado, / cual entre flor y flor sierpe escondida» (Sonetos completos, ed. de Biruté Ciplijauskaité, 6.ª ed., Madrid, Castalia, 1989, núm. 70, p. 135, vv. 6-8).

[10] Y hizo: en la lengua clásica, no es extraño encontrar la conjunción copulativa y delante de palabras que comienzan por i-, hi-.

[11] lazo de cabellos: imagen petrarquesca tópica de los cabellos de la amada como red de amor que atrapa las almas; aquí el atrapado es el propio dios del amor, Cupido.

[12] a la hora: pronto, inmediatamente.

[13] sus prestas alas sacudiendo al viento: la iconografía presenta a Cupido desnudo, con alas y una venda en los ojos (ʽel amor es ciegoʼ), y portando un arco y un carcaj con flechas (unas, con punta de oro, que causan amor, y otras, con punta de bronce, que causan desdén).

[14] La silva curiosa de Julián de Medrano, caballero navarro, en que se tratan diversas cosas sotilísimas y curiosas, muy convenientes para damas y caballeros en toda conversación virtuosa y honesta. Dirigida a la muy alta y serenísima reina de Navarra su Señora, en París, impreso en casa de Nicolás Chesneau, en la calle de Santiago, a la insignia du Chesne verd, 1583. Incluí este soneto en mi antología Poetas navarros del Siglo de Oro, Pamplona, Fundación Diario de Navarra, 2003, pp. 35-36. En mi transcripción del texto de la princeps, modernizo las grafías sin relevancia fonética y la puntuación y regularizo el uso de mayúsculas y minúsculas. Mercedes Alcalá Galán, «La silva curiosa de Julián de Medrano». Estudio y edición crítica, New York, Peter Lang, 1998, pp. 157-158, lo trae conservando las grafías antiguas, según el criterio aplicado al conjunto de la obra.

[15] Para las teorías amorosas vigentes en la literatura del Siglo de Oro, ver especialmente Guillermo Serés, La transformación de los amantes. Imágenes del amor de la antigüedad al Siglo de Oro, Barcelona, Crítica, 1996. Puede consultarse también el trabajo clásico de Joseph G. Fucilla, Estudios sobre el petrarquismo en España, Madrid, Instituto «Miguel de Cervantes», 1960; o el libro de María Pilar Manero Sorolla, Imágenes petrarquistas en la lírica española del Renacimiento. Repertorio, Barcelona, PPU, 1990. También resulta de utilidad la monografía de Ignacio Navarrete, Los huérfanos de Petrarca. Poesía y teoría en la España renacentista, versión española de Antonio Cortijo Ocaña, Madrid, Gredos, 1997… entre otra mucha bibliografía posible.

[16] En la mitología griega, Pandora fue la primera mujer, creada Zeus para introducir todo tipo de males y desgracias en la vida de los hombres, después de que Prometeo les diera para su uso el fuego que previamente había robado a los dioses.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.