Los críticos que se han ocupado del Entremés famoso de los invencibles hechos de don Quijote de la Mancha[1] han señalado unánimemente los importantes cambios operados por el entremesista con relación al modelo cervantino. Así, Pérez Capo habla de las libertades que se tomó Ávila al llevar a escena el capítulo I, 3:
La presentación de don Quijote, «vestido a lo pícaro con una lancilla y morrión de papel»; la presencia de Sancho Panza, que no sirvió de escudero al héroe manchego hasta su segunda salida, lamentándose ya de sus trabajos, hambres y malandanzas, y hablando nada menos que de la venta de su rucio; las ridículas armas de esparto, que el mismo ventero proporciona a don Quijote para que las vele, cuando sabido es que éste veló las que había sacado de su casa y habían sido de sus bisabuelos; y para no cansar refiriendo todas las burdas extravagancias del entremés, la conversión de la moza de la venta en Dulcinea del Toboso, que se presenta como reina, acompañada de una corte de pícaros, y el grotesco acto de la recepción y besamanos con que la obrilla acaba, demuestran que el autor tuvo inventiva tan desdichada como falta de respeto a la novela de cuya popularidad se aprovechaba[2].
Y añade:
Francisco de Ávila, indudablemente, no se propuso llevar a la escena un episodio de la obra ingeniosa, regocijada y popular; lo que quiso fue hacer una parodia en el estilo chocarrero y disparatado de las comedias burlescas que entonces se escribían y pueden tenerse por precursoras de las obras que en nuestros tiempos hemos conocido formando parte del llamado género bufo[3].
Notemos que, aunque Pérez Capo apunta muy bien el contexto en que se produce el entremés (el auge de la literatura burlesca), interpreta los cambios en sentido muy negativo, hasta el punto de calificarlos de «despropósitos, incongruencias y frialdades»[4]. Muy distinta es la actitud de Luciano García Lorenzo, quien considera la pieza como «una valiosa muestra de las habituales parodias que, desde principios del XVII, se realizaron por muy diferentes escritores de comedias y entremeses»[5]. Dice así:
En esta misma línea de obras bufas y disparatadas, el Entremés de Francisco de Ávila no desmerece lo más mínimo. Compuesto totalmente en endecasílabos (excepto el baile final), la pieza dramatiza muy libremente el capítulo III de la Primera parte de la novela cervantina, aunque es evidente también el recuerdo de los episodios narrados en los capítulos XVI y XVII y XXXII y siguientes, también en la Primera parte. Efectivamente, recordemos que Sancho no acompaña al hidalgo hasta que éste inicia la segunda salida, aunque sí tiene el escudero participación (y destacada) en los sucesos que acaecen posteriormente en la venta, precisamente «espanto y asombro de Sancho Panza» (cap. XXXII). La comicidad es manifiesta en la pieza, y los recursos para conseguirla son tanto de tipo lingüístico como por el juego escénico y también (las acotaciones ya lo indican) por los vestidos y objetos que completan las figuras de los personajes[6].
Vilches de Frutos, tras comentar que este entremés es «el primer testimonio teatral impreso en España que dé prueba de la creciente atracción por parte del público hacia la obra» cervantina, insiste en su relación con el auge de la comedia burlesca; esa influencia se muestra en que Ávila opta por la utilización de técnicas paródicas en su adaptación teatral. También pondera la libertad del autor a la hora de llevar a cabo su adaptación:
La base de esta pieza se encuentra fundamentalmente en los capítulos dos y tres de la primera parte del Quijote, a los que se le añaden pasajes del resto de la novela y algunos hechos de absoluta invención. Argumento, estructura, caracterización de personajes y lenguaje, sufren una extraordinaria deformación paródica que evidencia una gran libertad en la adaptación por parte de este autor, del que apenas se conoce algún dato. De esta manera, se convierte en uno de los primeros representantes del género burlesco, siendo fundamental reconocer su mérito al haber sabido captar y transmitir la vis comica de la obra cervantina[7].
No me propongo una comparación detenida del esquema argumental del entremés con el modelo cervantino[8]. Me limitaré a señalar que los personajes de don Quijote y Sancho Panza responden, en su caracterización general, a los cervantinos, como tendremos ocasión de ver en próximas entradas. También es importante la evocación de Dulcinea, con una función similar a la del Quijote. Entre esas libertades del autor entremesil, una de las más notables es que don Quijote llega a la venta donde va a ser armado caballero acompañado de Sancho (recordemos que en la novela cervantina es precisamente el pícaro ventero quien le recomienda llevar un escudero; una posible explicación de esto es que el público deseaba ver juntos a don Quijote y Sancho Panza, que forman la pareja protagonista del libro, y que igualmente aparecían juntos en bailes y mascaradas). Este detalle ya había sido notado por la crítica; pero hay además una incoherencia temporal, pues don Quijote va a recibir la caballería después de mucho tiempo de andanzas, según sugieren sus palabras en un par de ocasiones: «después del discurso de mi vida, / donde he peregrinado tantas veces» (vv. 32-33), «los muchos trabajos que he pasado / en el largo discurso de mi vida» (vv. 317-318).
En el entremés no se menciona a Rocinante y, en cuanto al rucio, Sancho alude a su venta (no a su robo). La recompensa de Sancho por sus servicios queda sugerida en los vv. 70-72, cuando don Quijote le asegura que «ninguna cosa perderás conmigo», pero no se concreta en la promesa de una ínsula o gobierno. Hay, en fin, algunos ecos textuales de detalle; por ejemplo, don Quijote llama a su escudero «amigo Sancho Panza» (vv. 31, 147 y 245), «amigo» (v. 87), «Sancho querido» (v. 39), como ocurre en la novela cervantina en los momentos de mayor sintonía espiritual entre amo y escudero[9].
[1] Citaré por la edición de Carlos Mata Induráin, «Entremés famoso de los invencibles hechos de don Quijote de la Mancha», en Ignacio Arellano (ed.), Leyendo el «Quijote». IV Centenario de la publicación de «Don Quijote de la Mancha», número monográfico de Príncipe de Viana, año LXVI, núm. 236, septiembre-diciembre 2005, pp. 935-945, con algún ligero retoque. Las citas del Quijote serán por: Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, ed. del Instituto Cervantes dirigida por Francisco Rico, Barcelona, Instituto Cervantes / Crítica, 1998, 2 vols.
[2] Felipe Pérez Capo, El «Quijote» en el teatro. Repertorio cronológico de 290 producciones escénicas relacionadas con la inmortal obra de Cervantes, Barcelona, Editorial Millá, 1947, p. 14.
[3] Pérez Capo, El «Quijote» en el teatro…, p. 14.
[4] Pérez Capo, El «Quijote» en el teatro…, p. 149.
[5] Luciano García Lorenzo, «Entremés famoso de los invencibles hechos de don Quijote de la Mancha de don Francisco de Ávila», Anales Cervantinos, XVII, 1978, p. 260.
[6] García Lorenzo, «Entremés famoso de los invencibles hechos de don Quijote…», p. 260.
[7] María Francisca Vilches de Frutos, «Don Quijote y el Entremés famoso de los invencibles hechos de don Quijote de la Mancha, de Francisco de Ávila: dos exponentes del paso de la novela al entremés a través de la parodia», Criticón, 30, 1985, p. 185.
[8] Ver Vilches de Frutos, «Don Quijote y el Entremés famoso de los invencibles hechos de don Quijote de la Mancha…», pp. 186-191.
[9] Ver para más detalles Carlos Mata Induráin, «Don Quijote salta al teatro breve: el Entremés famoso de los invencibles hechos de don Quijote de la Mancha, de Francisco de Ávila», en Germán Vega García-Luengos y Rafael González Cañal (eds.), Locos, figurones y quijotes en el teatro de los Siglos de Oro. Actas selectas del XII Congreso de la Asociación Internacional de Teatro Español y Novohispano de los Siglos de Oro, Almagro 15, 16 y 17 de julio de 2005, Almagro, Festival de Almagro / Universidad de Castilla-La Mancha, 2007, pp. 299-313. Esta entrada forma parte de los resultados de investigación del Proyecto «Identidades y alteridades. La burla como diversión y arma social en la literatura y cultura del Siglo de Oro» (FFI2017-82532-P) del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades del Gobierno de España (Dirección General de Investigación Científica y Técnica, Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia).