Ecos literarios de la batalla de Roncesvalles: «De la vida y el mar» (1999), de Íñigo de Miguel Beriáin

Roncesvalles es, sin duda alguna, uno de los topónimos europeos que despierta mayores reminiscencias de historia, de leyenda y de poesía. Como ha escrito Jaime del Burgo, «Juglares y poetas, artistas y mazoneros, historiadores y novelistas de ficción, han dejado en torno a su grandeza los más bellos cantos en prosa, en verso y en piedra»[1]. Desde la Chanson de Roland hasta novelas de nuestros días, pasando por multitud de romances y leyendas históricas en prosa, el aliento épico de aquella batalla del año 778, en que fuera sorprendida la retaguardia del ejército de Carlomagno, ha inspirado a numerosos literatos. Hoy (y en próximas entradas) voy a referirme a una novela que vuelve sobre este tema, De la vida y el mar (Vitoria, Ecopublic Ediciones, 1999), de Íñigo de Miguel Beriáin[2], obra que tiene como fondo histórico el enfrentamiento de vascones y francos en el siglo VIII.

Cubierta del libro: De la vida y el mar (Vitoria, Ecopublic Ediciones, 1999), de Íñigo de Miguel Beriáin

Esta novela, en cuya construcción se aprecian algunos patrones típicos de la novela histórica romántica (personajes-tipo como la curandera-bruja Nerea o el villano Arnoldo, el recurso a los disfraces[3]…), recuerda temáticamente dos anteriores, Amaya (1879) de Francisco Navarro Villoslada y Jaizki el proscrito (1960) de Luis del Campo, en las que también se ofrecía una visión idealizada de los vascones, amantes de su independencia y apegados a las costumbres de su pasado milenario, con inclusión de referencias a distintas leyendas y personajes de su mitología. No puedo detenerme ahora en el análisis detallado de esos puntos de contacto. Baste con recordar que en la novela de Íñigo de Miguel la primera persona narradora venera el recuerdo de Ezan, un vasco casado con una goda, algo similar a lo que sucede en Amaya, donde Ranimiro, caudillo godo, se casa con Lorea, mujer vasca; la intervención de la Sorgiñe o bruja ante el Consejo de Ancianos incitando a los vascos a la pelea cumple una función similar a la de Amagoya en Amaya, en idénticas circunstancias (igual que Amagoya, Nerea inspira un temor supersticioso y el pueblo la respeta). Otro punto importante en que coinciden ambas novelas es la idea de que los vascos, que hasta ese momento han vivido organizados en tribus independientes, necesitan unirse —y, más concretamente, unirse en la Cruz— y tener un caudillo único para seguir sobreviviendo. Del hijo que espera Freda se dice que, si es niño, será el rey del nuevo reino que va a surgir, mientras que, si es niña, será madre de quien lo sea, y una profecía similar hay en Amaya[4]. Por otra parte, la presencia del vasco que ha tenido que marcharse de su tierra, pero que, llevado por el amor a su pueblo, vuelve para avisar a los suyos de que les amenaza un gran peligro, es algo que emparenta a De la vida y el mar con Jaizki el proscrito (si Jaizki regresa siendo general de las legiones romanas, Joanes vuelve como capitán del ejército imperial franco).

En cualquier caso, pese a estas coincidencias temáticas y constructivas con novelas anteriores, hay que señalar que la obra de Íñigo de Miguel es una novela histórica original y peculiar, sobre todo por una circunstancia novedosa: los personajes mantienen diálogos de un tono que pudiéramos calificar como «filosófico», con abundantes reflexiones en sus réplicas acerca de la vida, el paso del tiempo, la felicidad y la desgracia, el amor y el odio… De la vida y el mar es la historia «existencialista» de unos personajes (Ezan y sus hijos Enneco y Joanes) que, atormentados por los fantasmas del pasado (la destrucción del núcleo familiar a manos de los francos), han quedado incapacitados para amar: y es que sus enemigos no solo les arrebataron violentamente a sus seres queridos, sino también la posibilidad de vivir una vida feliz. Únicamente tras cumplirse su venganza en la batalla de Roncesvalles, en la que morirá Enneco, se produce la catarsis liberadora para Ezan y Joanes[5].


[1] Jaime del Burgo, Navarra, 2.ª ed., Pamplona, Diputación Foral de Navarra, 1978, p. 97.

[2] Nacido en Pamplona en 1972, es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Navarra y en Derecho por la UNED. Es también doctor europeo en Derecho y doctor en Filosofía. Además, cursó estudios de Psicología, al tiempo que ejercía la abogacía. Actualmente ocupa un puesto de investigador distinguido en el Grupo de Investigación de la Cátedra de Derecho y Genoma Humano del Departamento de Derecho Público e Ikerbasque Research Professor de la Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Universitatea (UPV / EHU). En esta su primera novela mezcla sus conocimientos en todos esos campos citados y su profundo amor a la historia medieval.

[3] Así, en el capítulo V encontramos cinco jinetes vascos vestidos con ropas francas.

[4] Y hay otras coincidencias en detalles menores: todos los líderes están en la boda, como sucede en Amaya en la boda de Teodosio; se insertan bromas sobre la abundancia de la comida y la bebida; la figura de Miguel, señor de Aritza, recuerda la de Miguel de Goñi, etc.

[5] Para más detalles remito a mi trabajo: Carlos Mata Induráin, «Ecos literarios de la batalla de Roncesvalles: De la vida y el mar (1999), de Íñigo de Miguel Beriáin», en Enrique Banús y Beatriz Elío (eds.), Actas del VII Congreso «Cultura Europea». Pamplona, 23-26 de octubre de 2002, Pamplona, Centro de Estudios Europeos (Universidad de Navarra) / Thomson / Aranzadi, 2005, pp. 1373-1381.

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