La obra narrativa del escritor navarro Mariano Arrasate Jurico consta de dos novelas, La expósita (1929) y Macario (1932), y dos libros de relatos (en realidad, dos series distintas de un mismo libro) titulados Cuentos sin espinas (1932). No se trata de una obra extensa, ni de excesiva calidad literaria, pero abordo su estudio movido por dos razones fundamentales. En primer lugar, el análisis de sus relatos se enmarca en un proyecto de investigación más amplio que vengo desarrollando sobre la Historia del cuento literario en Navarra. En segundo término, porque considero que resultan imprescindibles los acercamientos de este tipo, por medio de estudios puntuales a diversas obras y autores concretos, de cara a la elaboración de una Historia literaria de Navarra, acerca de la cual existen algunas aproximaciones muy valiosas, pero hasta la fecha parciales e incompletas[1].
Mariano Arrasate nació en Lumbier (Navarra) el 17 de octubre de 1877 y murió en Pamplona el 18 de noviembre de 1935. Además de escritor, fue político (diputado foral por Aoiz de agosto de 1926 a mayo de 1928 y desde entonces a marzo de 1930). Su deseo de promover las buenas lecturas le llevó a donar a la iglesia local su hacienda en Lumbier y los pueblos de alrededor, gracias a lo cual se instaló un centro cultural y la casa parroquial en la que fue la natal del escritor. Estos pocos datos biográficos de que disponemos los proporciona, sobre todo, Fernando Pérez Ollo[2].
Es Arrasate un escritor con unas técnicas narrativas y una intención didáctico-moralizante que bien podrían calificarse como decimonónicas. Así lo ha visto el citado Pérez Ollo, quien, tras resaltar el profundo valor educativo de sus obras, lo sitúa en el siguiente contexto:
Arrasate puede encuadrarse en la escuela costumbrista y regional […], pero es ya un anacronismo, recargado de idealismo arcádico —las costumbres y relaciones sociales del mundo rural son siempre limpias— y de evidente facilidad en los esquemas y perfiles: basta leer, por ejemplo, la declaración de Florencio —personaje de Macario— a Gabriela, para advertir la irrealidad[3].
Efectivamente, el regionalismo de Arrasate se echa de ver tanto en la pintura de tipos, costumbres y escenarios navarros como en la inclusión de palabras y expresiones de claro sabor local[4]. Tendremos ocasión de comprobarlo al comentar sus dos novelas y sus dos series de Cuentos sin espinas[5].
[1] Me refiero fundamentalmente a las obras de Manuel Iribarren, Escritores navarros de ayer y de hoy, Pamplona, Gómez, 1970; José María Corella, Historia de la literatura navarra, Pamplona, Ediciones Pregón, 1973; y Fernando González Ollé, Introducción a la historia literaria de Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1989.
[2] En el artículo «Arrasate Jurico, Mariano» de la Gran Enciclopedia Navarra, tomo II, Pamplona, Caja de Ahorros de Navarra, 1990, pp. 58-59. Iribarren y Corella, en las obras citadas (pp. 38-39 y 225, respectivamente), se limitan a indicar la doble dedicación política y literaria del autor y a enumerar los títulos de sus obras.
[3] Pérez Ollo, «Arrasate Jurico, Mariano», pp. 58-59.
[4] «Arrasate sitúa sus acciones y personajes en lugares inexistentes de Navarra, pero por las descripciones y lenguaje parece deducirse que se trata de la zona que mejor conocía, que es la de su villa natal, de la que utiliza palabras —no recogidas en vocabularios y lexicones— cuyo significado explica. Los navarrismos léxicos más notorios —chilindrón, fritada, chandrío, chirriar— van definidos en notas» (Pérez Ollo, «Arrasate Jurico, Mariano», p. 59).
[5] Para más detalles remito a mi trabajo: Carlos Mata Induráin, «La producción narrativa de Mariano Arrasate», Príncipe de Viana, año LIX, núm. 214, mayo-agosto de 1998, pp. 549-570.

Pingback: «La expósita» (1929), novela de Mariano Arrasate Jurico: argumento | Ínsula Barañaria