De Rafael Morales (Talavera de la Reina, Toledo, 1919-Madrid, 2005), entre otros poemas de temática diversa, hemos dado entrada en el blog al soneto «Al gozo de Nuestra Señora cuando se supo Madre de Dios». Añado hoy este otro soneto, que se caracteriza por la musical cadencia de sus endecasílabos, realzada por diversos paralelismos. En los dos primeros cuartetos se enumeran los elementos de la naturaleza (alba, aire, rosas, brisa, luz, luna) que contribuyen —poéticamente— a la Encarnación del Niño; los dos tercetos ponderan el misterio de una divinidad eterna, infinita, que «se hace niña», «tan pequeña y suave» (vv. 10 y 9) al adoptar Cristo la naturaleza humana (unión hipostática). La composición se cierra con el bello apóstrofe «¡oh, alba de Dios que entre la paja llora!».

Museo de Bellas Artes de Córdoba (España).
El alba tomó cuerpo en tu figura,
el aire se hizo carne, los rosales
desangraron sus rosas virginales
para crear tu piel silente y pura.Desparramó la brisa su ternura,
la luz cuajó en tu forma sus cristales,
la luna derramó sus manantiales
para crear en Ti nuestra ventura.Divinidad que, tan pequeña y suave,
se hace niña en tu carne redentora,
en lo infinito ni siquiera cabe.En Ti la eternidad tiene su aurora,
en Ti nada se halla que se acabe,
¡oh, alba de Dios que entre la paja llora![1]
[1] Tomo el texto de la antología Porque esta noche el Amor. Poesía navideña del siglo XX, introducción y selección de poemas por Miguel de Santiago y Juan Polo Laso, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1997, pp. 156-157. Añado los signos de admiración en el último verso.