La Virgen sueña caminos,
está a la espera.
La Virgen sabe que el Niño
está muy cerca.
Vaya para hoy, tercer domingo de Adviento (tiempo de espera y de esperanza), este bello soneto de Rafael Morales (Talavera de la Reina, Toledo, 1919-Madrid, 2005) centrado en la Encarnación del Verbo, que —en su sencillez poética— no requiere de mayor comento.

Bartolomé Esteban Murillo, La Anunciación (c. 1660). Museo del Prado (Madrid).
Igual que la caricia, como el leve
temblor del vientecillo en la enramada,
como el brotar de un agua sosegada
o el fundirse pausado de la nieve,debió ser, de tan dulce, tu sonrisa,
oh, Virgen Santa, Pura, Inmaculada,
al sentir en tu entraña la llegada
del Niño Dios como una tibia brisa.Debió ser tu sonrisa tan gozosa,
tan tierna y tan feliz como es el ala
en el aire del alba perezosa,igual que el río que hacia el mar resbala,
como el breve misterio de la rosa
que, con su aroma, toda el alma exhala[1].
[1] Cito por la antología Porque esta noche el Amor. Poesía navideña del siglo XX, introducción y selección de poemas por Miguel de Santiago y Juan Polo Laso, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1997, p. 72.