Al comienzo de la novela de Francisco Navarro Villoslada[1], la princesa doña Blanca de Navarra aparece como una simple labradora llamada Jimena para eludir la persecución de sus enemigos. Esta ocultación dura muy poco tiempo, al menos de cara al lector, pues muy pronto, en el primer capítulo, se nos dice quién es ella realmente. Pero no todos los personajes de la novela lo saben; precisamente por ignorar su verdadera personalidad la conduce Jimeno al castillo de sus enemigos; por la misma razón, su sobrino Gastón se enamora súbitamente de ella al verla.
También en la primera parte existe un misterio con relación a la identidad de Jimeno, que no desciende del judío Samuel, sino que es un noble de alta cuna, hijo natural del rey Alfonso V de Aragón el Magnánimo. Muy pronto el narrador va ofreciendo algunas pistas sobre su verdadera identidad; pero, además, el joven tiene una peculiar cicatriz en el brazo por la que puede ser reconocido, sin olvidar tampoco la existencia de unos documentos que prueban su elevado nacimiento, en poder de doña Leonor. En la segunda parte, Jimeno reaparece como el caballero don Alfonso de Castilla, convertido ahora en el favorito desdeñoso de doña Leonor; se trata, según nos informa el narrador, de un «personaje incomprensible y misterioso» que se hace llamar por distintos nombres y que consigue mantener el incógnito gracias a «la armadura que le hacía completamente desconocido». Aunque los lectores lo adivinamos pronto, los personajes ignoran hasta el final su identidad.
[1] Para este autor ver Carlos Mata Induráin, Francisco Navarro Villoslada (1818-1895) y sus novelas históricas, Pamplona, Gobierno de Navarra (Dpto. de Educación, Cultura, Deporte y Juventud-Institución Príncipe de Viana), 1995. Y para su contexto literario remito a Carlos Mata Induráin, «Estructuras y técnicas narrativas de la novela histórica romántica española (1830-1870)», en Kurt Spang, Ignacio Arellano y Carlos Mata (eds.), La novela histórica. Teoría y comentarios, Pamplona, Eunsa, 1995, pp. 145-198; 2.ª ed., Pamplona, Eunsa, 1998, pp. 113-151.