Recurso muy utilizado en esta novela de Francisco Navarro Villoslada[1], y muy del gusto romántico, es el empleo de venenos. Altamente dramático resulta, por ejemplo, el final de la primera parte, cuando doña Blanca muere envenenada por su propia hermana: para sellar su amistad, ambas van a beber de la misma copa; lo hace primero Leonor y, mientras Blanca le pide perdón por haber pensado que quizá la quería envenenar, vierte disimuladamente en la copa el veneno contenido en uno de sus anillos (el lector asiste como espectador impotente a esta escena, plena de ironía trágica).
En la segunda parte, doña Leonor proporciona un veneno lento a Catalina, de la que siente terribles celos, si bien la joven es salvada con una triaca. Jimeno, en fin, piensa proporcionar a doña Leonor otro veneno en dosis tal que venga a morir precisamente el 12 de febrero, día en que se cumplen los quince de su reinado; Inés le convence para que no lo haga, pero Jimeno deja a la envenenadora en la torturante duda de si ella también estará envenenada o no.
[1] Para este autor ver Carlos Mata Induráin, Francisco Navarro Villoslada (1818-1895) y sus novelas históricas, Pamplona, Gobierno de Navarra (Dpto. de Educación, Cultura, Deporte y Juventud-Institución Príncipe de Viana), 1995. Y para su contexto literario remito a Carlos Mata Induráin, «Estructuras y técnicas narrativas de la novela histórica romántica española (1830-1870)», en Kurt Spang, Ignacio Arellano y Carlos Mata (eds.), La novela histórica. Teoría y comentarios, Pamplona, Eunsa, 1995, pp. 145-198; 2.ª ed., Pamplona, Eunsa, 1998, pp. 113-151.