¡Aleluya, aleluya, ha nacido el Salvador!
El poema para el día de Navidad nos lo brinda en esta ocasión Luis Rosales, autor que cultivó con asiduidad los temas navideños. Se trata de un soneto perteneciente a su libro Retablo sacro del nacimiento del Señor (Madrid, Escorial, 1940). Como escribe Alicia María Raffucci de Lockwood,
Rosales se conforma, en la mayoría de los poemas, a los temas tradicionales de los villancicos de Navidad, pero añade otros temas nuevos que vienen a reiterar el tema de la paz y el descanso que el niño promete. Añade el tema de una nueva estrella que surge de la mirada de la Virgen a su hijo[1].
Este es el texto del soneto, en su versión revisada, con el título «De cómo al contemplar por vez primera los ojos de su hijo, nació una estrella nueva»:
Como un cendal la estrella fugitiva
se levantó en la luz de la mirada
con la extensión del agua sosegada
y el verde silencioso de la oliva.En la dulce pupila pensativa
nació la luz y se encontró agraciada,
como crece el silencio en la nevada
y se funde en el mar la nieve viva.Nació de aquel mirar nuestra alegría
—el humano mirar en cuyo vuelo
el silencio de Dios buscaba al hombre—,y una estrella nació, la que aún nos guía,
la estrella de Belén que está en el cielo
como se forma en nuestra boca un nombre[2].
[1] Ver Alicia María Raffucci de Lockwood, «Luis Rosales», Cuadernos Hispanoamericanos, núms. 257-258, mayo-junio de 1971, pp. 489-520; la cita en la p. 511.
[2] Tomo el texto de la antología Porque esta noche el Amor. Poesía navideña del siglo XX, introducción y selección de poemas por Miguel de Santiago y Juan Polo Laso, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1997, p. 130. La versión original, bajo el título «Una nueva estrella», ofrece algunas diferencias significativas: en el v. 1 se añade una coma tras «Como un cendal»; en el v. 8 se lee «se funde» en vez de «descansa», y varían completamente los tercetos: «Quedó llena de luz la primavera, / los ojos donde nace la alegría / se unieron en tan cándida corriente, // que descansó el marino en la ribera, / perdido con la estrella que lucía / por vez primera en el azul doliente» (ver Raffucci de Lockwood, «Luis Rosales», pp. 511-512).
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