La muerte de Valdovinos de Cáncer y Velasco (publicada en 1651[1]) es parodia de El marqués de Mantua, de Lope. Las desenfadadas y hasta atrevidas alusiones de Cáncer a diversos sacramentos (bautismo, matrimonio, confesión y comunión) hicieron que la obra tuviera problemas con la Inquisición (fue expurgada y acabo siendo puesta en el Índice de Rubín de Ceballos en 1790). De hecho, existen notables diferencias entre las dos primeras ediciones (las dos de 1651, en el volumen de Obras varias de Cáncer), con muchos versos omitidos o corregidos en la segunda. Disponemos de una edición de 1943 de Sainz de Robles y otra más reciente (2000) del Seminario de Estudios Teatrales, dirigida por Huerta Calvo[2].
Cáncer busca de nuevo su inspiración en un tema popularizado por el Romancero, en esta ocasión correspondiente al ciclo carolingio. El protagonista es Valdovinos, sobrino de Carlomagno, enamorado de la princesa mora Sevilla (que se bautiza para casarse con él). Carloto, el hijo del emperador, también queda prendado de la dama y urde una traición para asesinar a Valdovinos: cuando salen ambos a caza de grillos, Carloto, con la ayuda de Galalón y Malgesí, lo deja herido de muerte. El marqués de Mantua, que encuentra a Valdovinos moribundo, jura vengarlo. En la escena final, Carlomagno hace justicia (de forma harto disparatada) y Sevilla (de la que ya se había dicho que era «mujer honrada», a mala parte, y «el libro de Para todos») se queda con el marqués de Mantua.
Como se explica en el estudio de la edición dirigida por Huerta Calvo[3], nuestro autor sigue la Tragicomedia del marqués de Mantua, de Lope, acción por acción, escena por escena, conservando los personajes fundamentales; pero no se trata de una parodia literal, sino que «Cáncer crea, dentro de un marco dramático conectado, situaciones cómicas basadas en la imitación burlesca de los personajes y situaciones de Lope, sirviéndose de herramientas literarias propias, creando de este modo esa imagen de inversión de la realidad tan propia de los días de carnaval en que se solían representar este tipo de obras». Abundan, en efecto, las situaciones disparatadas. El aragonés se recrea presentándonos a un Valdovinos afeminado, equiparado a un vulgar maridillo que vuelve a casa inoportunamente para encontrarse a Carloto cortejando a su mujer. El galán sorprendido, lejos de asustarse, pide al marido que no estorbe y que le deje un rato a solas con su esposa. Las apelaciones al honor por parte de Valdovinos (vv. 364 y 384-388) no pueden ser más ridículas. La segunda jornada se abre con los lamentos desmesurados de Sevilla:
VALDOVINOS.- Deja el llanto, gran Sevilla,
cierra el dulce canelón
que te cala hasta el almilla,
y si va por el jubón
te llegará a la tetilla (Jornada II, vv. 547-551).
Y poco después Sevilla referirá, haciendo uso de los paréntesis exclamativos, los ridículos agüeros que se le presentan al saber que su esposo va a salir de caza con Carloto:
SEVILLA.- ¡Ay de mí, que el corazón
me está regoldando agüeros!
Ayer (¡toda soy de hiel!)
comiendo (¡qué tiranía!)
miel (¡oh, fortuna cruel!)
se me (¡qué triste agonía!)
cayó la sopa en la miel (Jornada II, vv. 595-601).
Divertida es también la escena en que los paladines salen con linternas a caza… de grillos o la confesión de Valdovinos con el ermitaño al final de la Jornada II (escena censurada y suprimida en muchas ediciones). Todos los personajes, bellamente idealizados en las versiones épicas (paladines de Francia como Valdovinos, Durandarte o Roldán, damas como Sevilla, doña Alda, Melisendra, Flor de Lis o Belerma) sufren aquí una intensa degradación; todos usan un registro coloquial bajo, en el que no son raros los insultos (chula, majadero, mentecato, perra…).
Para Bonilla y San Martín, esta comedia «fue en su tiempo cosquilla del gusto y tropezón de la carcajada»[4]. Y es que Cáncer maneja aquí con maestría todas las modalidades de la jocosidad disparatada, con continuos juegos de palabras, a los que tan aficionado era. Prácticamente en cada verso hay un chiste, un doble sentido, un equívoco jocoso que busca provocar la carcajada del espectador. En el estudio preliminar de la edición de Huerta Calvo y su equipo se puede encontrar un catálogo muy completo de estos recursos: rimas absurdas y en eco (bien venido / deseído, chirlos mirlos), cacofonías (achaque / zumaque / traque barraque), coloquialismos y frases hechas (cascar, de tanto tomo y lomo), juegos de derivación (andacar, traidoro), alusiones escatológicas (Sevilla, al bautizarse, mezcla lágrimas y mocos), dilogías y juegos de palabras (gentil muchacha ‘atractiva’ y ‘no cristiana’, par de grillos / Par de Francia), metáforas cómicas o degradantes, juramentos y amenazas…[5]
[1] Jerónimo de Cáncer y Velasco, La muerte de Baldovinos, ed. de Federico Carlos Sainz de Robles, en El teatro español. Historia y antología, vol. IV, Madrid, Aguilar, 1943, pp. 825-870; La muerte de Valdovinos, ed. del Seminario de Estudios Teatrales dirigida por Javier Huerta Calvo, Cuadernos para Investigación de la Literatura Hispánica, núm. 25, 2000, pp. 121-164.
[2] Hay además otra en preparación a cargo de García Valdés y Serralta.
[3] Jerónimo de Cáncer y Velasco, La muerte de Valdovinos, ed. del Seminario de Estudios Teatrales dirigida por Javier Huerta Calvo, Cuadernos para Investigación de la Literatura Hispánica, núm. 25, 2000, p. 104.
[4] Adolfo Bonilla y San Martín [bajo el seudónimo de El Bachiller Mantuano], Vejámenes literarios por D. Jerónimo de Cáncer y Velasco y Anastasio Pantaleón de Ribera (siglo XVII), Madrid, Biblioteca Ateneo, 1909, p. 7.
[5] Para más detalles remito a Carlos Mata Induráin, «Cáncer y la comedia burlesca», en Javier Huerta Calvo (dir.), Historia del teatro español, vol. I, De la Edad Media a los Siglos de Oro, Madrid, Gredos, 2003, pp. 1069-1096. Esta entrada forma parte de los resultados de investigación del Proyecto «Identidades y alteridades. La burla como diversión y arma social en la literatura y cultura del Siglo de Oro» (FFI2017-82532-P) del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades del Gobierno de España (Dirección General de Investigación Científica y Técnica, Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia).
Sigo gozando de estas entradas sobre don Jerónimo. Muchas gracias, Carlos.
La pena, Jesús, es que la serie dedicada a Cáncer ya se va acabando…