Elementos líricos en el «Persiles»

En el Persiles, obra narrativa, encontramos además incrustaciones de otros géneros literarios (lírica, teatro…), y de otras artes y estilos (pintura, emblemática, alegoría, etc.). Podría hablarse, por tanto, de la integración en ella de varios géneros literarios, incluso de una fusión de diversas artes. Consideremos hoy los elementos líricos insertos en la novela.

Además de otras poesías, leemos en el Persiles cuatro sonetos: el del portugués («Mar sesgo, viento largo, estrella clara…», en I, 9); el de Rutilio («Huye el rigor de la invencible mano…», II, 18); el de Policarpa («Cintia, si desengaños no son parte…», II, 3); y el del peregrino anónimo («¡Oh grande, oh poderosa, oh sacrosanta…», IV, 3). Para insertar los cuatro sonetos Cervantes elige sabiamente cuatro momentos, muy concretos, de gran tensión y dramatismo y de notable importancia estructural.

Dos de ellos, los dos primeros, son enunciados en el mar, los otros dos en tierra. Tres son cantados y uno, el último, declamado —pudiéramos decir— con el fervor de una oración religiosa. El primero y el tercero, inciden en el tema del amor (amor y navegación, amor y silencio, respectivamente), el segundo y el cuarto apuntan más bien hacia el sentimiento religioso (la salvadora Arca de Noé y la ciudad santa de Roma, «cielo de la tierra»). Todos ellos están magníficamente imbricados en la trama narrativa: se relacionan con las respectivas acciones del episodio en que se insertan (a veces con marcas textuales que enlazan muy claramente el texto del soneto y el de la narración), de forma que lo predicado en los pasajes líricos está en paralelo con la situación que viven los personajes en cada momento.

Sabemos que Cervantes tenía en muy alto concepto la poesía (la poesía considerada como ciencia; otra cosa distinta es su opinión sobre los poetas), y en su narrativa usa las composiciones poéticas para subrayar líricamente aquellos momentos o episodios especialmente peligrosos, dramáticos o intensos, momentos en los que el sentimiento de los protagonistas alcanza una notabilísima altura. En definitiva, los cuatro sonetos incluidos constituyen cuatro hermosas perlas líricas sabiamente engastadas por Cervantes en el oro narrativo del Persiles[1].

Oro y perlas


[1] Ver José Ignacio Díez Fernández, «Funciones de la poesía en Los trabajos de Persiles y Sigismunda», Dicenda, 14, 1996, pp. 93-112; y Carlos Mata Induráin, «Algo más sobre Cervantes poeta: a propósito de los sonetos del Persiles», en Alicia Villar Lecumberri (ed.), Peregrinamente peregrinos. Actas del V Congreso Internacional de la Asociación de Cervantistas (V-CINDAC), Lisboa, Asociación de Cervantistas-Fundaçâo Calouste Gulbenkian, 1-5 septiembre 2003, [Barcelona D. L.], Asociación de Cervantistas / Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2004, vol. I, pp. 651-675. Remito para más detalles a Carlos Mata Induráin, «El Persiles de Cervantes, paradigma del arte narrativo barroco», en Ignacio Arellano y Eduardo Godoy (eds.), Temas del Barroco hispánico, Madrid / Frankfurt am Main, Iberoamericana / Vervuert, 2004, pp. 197-219.

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