La presencia de la muerte se irá intensificando poco a poco hacia el final de «En tiempo fechado» (la cuarta parte de Final): en el poema «Misterioso» se habla de Salinas, el amigo muerto; en el titulado «La pareja», el poeta se refiere metafóricamente a la muerte, que es esa segunda persona a la que se dirige: una muerte personificada como mujer con la que se ha de realizar el último viaje (tengo en mente la obra de Casona, La dama del alba). Véanse si no estos versos:
Porque estás ahí conmigo.
Amor absolutamente
Fatal. Es nuestro destino.
Esos conatos del énfasis
Bien unidos son sencillos.
Va a salir el sol. Que alumbre
Nuestro abrazo: sol ya íntimo.
En el poema siguiente, «Otra fe también», el poeta vuelve a mostrarse consciente de que se acerca su propia muerte: «Me moriré. Mal trago triste y justo. / Esta es mi humilde fe». El último poema, en fin, que he comentado ya en otra entrada, puede considerarse como el legado testamentario de Guillén.
Hemos visto cómo la muerte se ha ido haciendo presente poco a poco en los últimos poemas de la tercera sección. La colocación de estos poemas prácticamente al final del libro —pues la quinta parte, relacionada simétricamente con la segunda, es muy breve— es también significativa. Un Guillén ya muy anciano es consciente de que su muerte no está lejana; pero al poeta le queda el consuelo y la satisfacción de que nos deja el conjunto de su obra como «Un honesto servicio de cultura». En suma, en estos poemas volvemos a encontrar, como indica Zuleta, la aceptación completa de un orden «en el que el hombre admite su mortalidad, de veras integrado en la Naturaleza»[1].
[1] Emilia de Zuleta, «Lección final de Jorge Guillén», Revista de Literaturas Modernas (Mendoza, Argentina), 20, 1987, p. 66. Ver para más detalles Carlos Mata Induráin, «La cuarta parte de «Final», de Jorge Guillén: «En tiempo fechado». Ordenación temática», Rilce. Revista de Filología Hispánica, 13.1, 1997, pp. 74-101.