Los cuentos de José María Sanjuán: «El triunfador»

Éxito(A mi padre, Amancio, que hoy cumple años.)

El quinto cuento de El ruido del sol, «El triunfador» (pp. 69-83)[1], está protagonizado por Rafael, un torero que, tras mucho intentarlo, ha conseguido llegar a lo más alto del escalafón. Desde el principio se irán repitiendo las alusiones a su triunfo: «Todo es sencillo. Se triunfa y luego puede uno beber, reír y amar» (p. 71); «Era el triunfador, no cabía duda» (p. 73); «Y él bebía feliz y tranquilo porque era el triunfador y no tenía que dar explicaciones a nadie» (p. 73).

En una fiesta en su honor se le insinúa María, la mujer de Willy, el dueño de la casa. El narrador, que adopta el punto de vista de su protagonista, indica: «Ahora era un señor, un caballero. Y rico, además. Era un triunfador» (p. 73; y todavía hay nuevas alusiones a su triunfo en las pp. 74, 78 y 80-81). La mujer le propone que vayan juntos a París. Pero él es el triunfador, y desprecia a los que se le acercan ahora, al calor de su prestigio recién adquirido y de su dinero. El final del relato remacha esa idea:

Seguramente, hace cinco años, cuando empezaba había caído por aquí buscando ayuda. Y no la encontró. Le despreciaron. Y ahora se habían cambiado las cosas. Él era un triunfador. Solamente esto (p. 83).


[1] Citaré por José María Sanjuán, El ruido del sol, 2.ª ed., Barcelona, Destino, 1971 (colección Áncora y Delfín, núm. 372), prólogo de José María Pemán.

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