Arbolanche y la tradición de la maya: «Esta flor de mayo…»

En la poesía pastoril y amorosa de Jerónimo Arbolanche, recogida en Las Abidas (1566), encontramos la utilización —y reelaboración— de abundantes motivos tradicionales, de raigambre popular unos, de condición culta otros, como estamos comprobando en las entradas de estos días pasados[1]. En esta ocasión, quiero comentar otro de los bellos villancicos[2] de Arbolanche, el que tiene como cabeza «Esta flor de mayo, / ¿quién la cogerá?» (fol. 40v), cuyo texto completo es así:

Esta flor de mayo,
¿quién la cogerá?

De lobos hambrientos
la oveja seguida
y la nao batida
de tres varios vientos,
ni hace movimientos
acá ni acullá,
¿quién la cogerá?[3]

El poema, en la sencillez y gracia de sus nueve hexasílabos, entronca con la tradición de las mayas —en especial por la mención del primer verso—, esas composiciones de la lírica tradicional popular que exaltan el mes de mayo como el del triunfo de la vida que renace, del florecimiento de los campos…; un mes, por supuesto, especialmente apto para servir al amor (el amor considerado como servicio a la dama, con origen en la poesía cortés trovadoresca), como indican los versos del «Romance del prisionero»:

Por el mes de mayo era
cuando haze la calor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor…[4]

Podemos recordar también, entre otros posibles, este texto recogido en el Cancionero musical de Palacio, que canta igualmente la primavera —abril, mayo—, con «sus flores» y «sus amores», época en la que, efectivamente, los enamorados se dedican a bien servir:

Entra mayo y sale abril:
¡tan garridico le vi venir!

Entra mayo con sus flores,
sale abril con sus amores,
y los dulces amadores
comiencen a bien servir[5].

Mujer con una florPero lo que me interesa destacar es que el tópico tradicional se actualiza en el poema de Arbolanche si consideramos la función que desempeña esa pequeña intercalación lírica en el marco del episodio narrativo en que se inserta: Andria, Afrania y Enisa son tres hermanas pastoras, y las tres se han enamorado del pastor —pastor fingido, pues en realidad se trata de un príncipe— Abido. Las tres pretenden de amores al joven que ha sido acogido por su padre Gorgón, las tres sienten celos las unas de las otras y las tres sufren el desdén amoroso del héroe protagonista. En este sentido, la pregunta de la cabeza, «Esta flor de mayo, / ¿quién la cogerá?», cabe reinterpretarla así en el contexto de la historia amorosa: ʽEste amor de Abido, ¿quién lo conseguirá?ʼ. Por lo demás, las dos imágenes de la glosa son bien sencillas: la oveja perseguida por los lobos y la nave azotada por vientos contrarios dan idea de la fragilidad, de la indefensión en que queda la persona enamorada frente a la fuerza incontrastable del sentimiento amoroso («Omnia vincit amor»). Y al final, una pregunta queda en el aire, con la repetición del segundo verso de la cabeza: ¿qué pasará con la oveja, qué con la nao?, ¿quién cogerá la flor de mayo del amor de Abido?


[1] Esta entrada forma parte del proyecto de investigación Modelos de vida y cultura en la Navarra de la modernidad temprana, dirigido por Ignacio Arellano, que cuenta con una ayuda de la Fundación Caja Navarra, «Convocatoria de ayudas para la promoción de la Investigación y el Desarrollo 2015», Área de Ciencias Humanas y Sociales.

[2] En su tesis doctoral Elementos líricos en «Las Abidas» (1566) de Jerónimo Arbolanche, Pamplona, Universidad de Navarra, 2015, realizada bajo mi dirección, María Francisca Pascual Fernández ha localizado —y estudiado— un total de 26 villancicos en el conjunto de Las Abidas. Para el subgénero del villancico, remito especialmente a Antonio Sánchez Romeralo, El villancico. Estudios sobre la lírica popular en los siglos XV y XVI, Madrid, Gredos, 1969; y a Isabella Tomassetti, Mil cosas tiene el amor. El villancico cortés entre Edad Media y Renacimiento, Kassel, Reichenberger, 2008. Para el autor y su obra, es referencia obligada la erudita aportación de Fernando González Ollé: Jerónimo Arbolanche, Las Abidas, Madrid, CSIC, 1969-1972, 2 vols., que incluye el estudio y la edición facsimilar de la obra, además de un vocabulario y notas. Ver también mi trabajo «La poesía pastoril y amorosa de Jerónimo Arbolanche», Río Arga. Revista de Poesía, núm. 109, primer trimestre de 2004, pp. 27-31.

[3] Las Abidas, Zaragoza, en casa de Juan Millán, 1566, Libro II, fol. 40v. Margit Frenk, en su Corpus de la antigua lírica popular hispánica (siglos XV a XVII), Madrid, Castalia, 1987, núm. 1273, p. 607, recoge la cabeza del villancico, pero no la glosa. Edité este texto en mi antología Poetas navarros del Siglo de Oro, Pamplona, Fundación Diario de Navarra, 2003, p. 20.

[4] Romancero, ed., estudio y notas de Michelle Débax, Madrid, Alhambra, 1988, núm. 63, p. 329. Aunque es más popular y difundida la versión extendida: «Que por mayo era, por mayo, / cuando hace la calor,  / cuando los trigos encañan  / y están los campos en flor,  / cuando canta la calandria  / y responde el ruiseñor, / cuando los enamorados  / van a servir al amor…».

[5] Lírica española de tipo popular, ed. de Margit Frenk, 14.ª ed., Madrid, Cátedra, 2008, núm. 358, p. 171. Ver Cancionero musical de Palacio, ed. de Joaquín González Cuenca, Ciudad Real, Visor, 1996. Para más textos, ver el apartado «La maya» de su Corpus de la antigua lírica popular hispánica (siglos XV a XVII), Madrid, Castalia, 1987, núms. 1275-1281C, pp. 608-612.

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