La comedia burlesca y el Carnaval

En las últimas décadas, la comedia burlesca del Siglo de Oro, género dramático tradicionalmente muy poco estudiado, ha recibido bastante atención por parte de la crítica[1]. El panorama comenzó a cambiar a partir del artículo pionero del año 1980 de Frédéric Serralta «La comedia burlesca: datos y orientaciones»[2]. Con posterioridad se han sumado a ese nuevos estudios teóricos y análisis de obras concretas y hemos empezado a contar con ediciones modernas de comedias burlescas (ediciones críticas, con textos bien fijados, estudios preliminares y la conveniente anotación, especialmente necesaria en este género por la abundancia de chistes, alusiones maliciosas, dobles sentidos, juegos de palabras, etc.) En la actualidad, el GRISO (Grupo de Investigación Siglo de Oro) de la Universidad de Navarra está editando el corpus completo de las comedias burlescas auriseculares[3]. Además de la edición de textos fiables, contamos ahora con importantes trabajos de análisis debidos al citado Serralta y también a Ignacio Arellano, Luciano García Lorenzo, Celsa Carmen García Valdés o Javier Huerta Calvo, entre otros varios estudiosos[4].

Pieter_Bruegel

Estas comedias burlescas, llamadas también en la época «de disparates», «de chanzas» o «de chistes», forman en el siglo XVII un corpus de unos cuarenta y cinco títulos[5] que se insertan en el marco global de la literatura jocosa. Varias de las conservadas son anónimas (o bien pertenecen a ingenios de importancia secundaria, que a veces las redactan en colaboración[6]) y corresponden en su mayoría al reinado de Felipe IV; se representaban en Carnestolendas o por San Juan, y en el Palacio real, formando parte de fiestas cortesanas[7]. Sus temas son bastante variados, desde asuntos mitológicos y caballerescos hasta los sacados del Romancero. Estas parodias, que no siempre son completas y sistemáticas, pueden construirse a partir de una comedia concreta (un buen ejemplo sería El caballero de Olmedo de Monteser, parodia de la inmortal tragicomedia de Lope), o bien calcar las estructuras y los tópicos de un género serio (Céfalo y Pocris de Calderón, parodia de estructuras de las comedias mitológicas) o recrear todo un ciclo temático (El rey don Alfonso, el de la mano horadada, pieza anónima inspirada en el ciclo del cerco de Zamora y muerte del rey don Sancho). Se conoce algún caso de autoparodia, como Castigar por defender, con piezas seria y burlesca de Rodrigo de Herrera[8].

Las comedias burlescas del Siglo de Oro son obras muy interesantes por su esencial comicidad, pero también porque nos muestran el revés ridículo —el otro lado del tapiz, por así decir— de la Comedia Nueva, abundando en estructuras del «mundo al revés» y en la comicidad carnavalesca. La desintegración de los valores serios de la comedia (la belleza de las damas, la valentía de los caballeros, la mesura y majestad de la realeza, el honor…), esto es, la ruptura del decoro, afecta por igual a todos los personajes de las comedias burlescas. Téngase en cuenta que aquí no hay un agente único de la comicidad, sino que lo son todos los personajes, incluidos los de más alta alcurnia. Así pues, en muchas burlescas —por no decir en todas— vamos a encontrar nobles ridículos, recorriendo toda la escala de la nobleza: emperadores, reyes, grandes títulos y potentados (condes, duques, marqueses…), príncipes, comendadores, mariscales, gobernadores, etc.

En sucesivas entradas voy a centrarme en el análisis de los procesos de inversión de los modelos serios que operan en estas jocosas obras hasta producir ese disparatado «noble al revés», verdadero antimodelo ridículo de la figura del poderoso[9]. Los autores llevan a cabo una degradación sistemática y brutal de los valores «inamovibles» vigentes en la sociedad de la época y reflejados en los géneros literarios serios. Para ello emplearán todas las modalidades de la jocosidad disparatada, con recursos que van desde la onomástica burlesca y tratamientos ridículos hasta directas referencias escatológicas (mención de enfermedades y parásitos, sexualidad primaria, necesidades fisiológicas…), pasando por el empleo de lo que Bajtin llamó el «lenguaje de la plaza pública», las continuas menciones a los abusos de la comida, la bebida y el juego (junto con otras prácticas y costumbres carnavalescas); en general, darán entrada a todos aquellos aspectos que tienen que ver con la baja corporalidad, según patrones clásicos de la turpitudo et deformitas.

Cuestión aparte sería la del posible alcance crítico de estas piezas, en las que se ridiculizaba al rey y a otros nobles delante precisamente del rey y sus cortesanos. En cualquier caso, no debemos olvidar que estas piezas nunca pasaban al corral: sus representaciones se limitaban a un marco cortesano muy concreto, en unos días también muy señalados (Carnaval, San Juan), lo que reduce considerablemente, sin duda alguna, su potencial carga de crítica social o del poder establecido.


[1] Esta entrada forma parte del Proyecto «Autoridad y poder en el teatro del Siglo de Oro. Estrategias, géneros, imágenes en la primera globalización» del Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España (FFI2014-52007-P).

[2] Frédéric Serralta, «La comedia burlesca: datos y orientaciones», en Risa y sociedad en el teatro español del Siglo de Oro, Toulouse, CNRS, 1980, pp. 99-114.

[3] En la web del GRISO puede verse la descripción general del proyecto y las obras ya aparecidas. Ver Carlos Mata Induráin, «La comedia burlesca del Siglo de Oro, un patrimonio teatral recuperado», en Germán Vega García-Luengos, Héctor Urzáiz Tortajada y Pedro Conde Parrado (eds.), El patrimonio del teatro clásico español: actualidad y perspectivas. Homenaje a Francisco Ruiz Ramón. Actas selectas del Congreso del TC/12 Olmedo, 22 al 25 de julio de 2013, Valladolid / Olmedo, Ediciones Universidad de Valladolid / Ayuntamiento de Olmedo, 2015, pp. 501-509.

[4] En los siete volúmenes de Comedias burlescas del Siglo de Oro publicados por GRISO en Iberoamericana / Vervuert entre 1998 y 2011 se encuentra la bibliografía actualizada y los estudios más completos acerca de estas comedias.

[5] Hay algunas que corresponden ya al siglo XVIII, o que rozan géneros limítrofes, como la comedia de magia burlesca, la zarzuela burlesca, etc. Ver Carlos Mata Induráin, «Una comedia burlesca del siglo XVIII: El muerto resucitado, de Lucas Merino y Solares», Mapocho. Revista de Humanidades (Santiago de Chile, Biblioteca Nacional de Chile), núm. 54, segundo semestre de 2003, pp. 179-196; y «Pervivencia de la comedia burlesca en el siglo XVIII: Pagarse en la misma flor y Boda entre dos maridos, de Félix Moreno y Posvonel», en Odette Gorsse y Frédéric Serralta (eds.), El Siglo de Oro en escena. Homenaje a Marc Vitse, Toulouse, Presses Universitaires du Mirail / Consejería de Educación de la Embajada de España en Francia, 2006 (Anejos de Criticón, 17), pp. 577-595.

[6] En algunas de ellas habría que estudiar su posible carácter de obras «de repente». Ver Ignacio Arellano, «Literatura sin libro: literatura de repente y oralidad en el Siglo de Oro», en Pulchre, bene, recte. Estudios en homenaje al Prof. Fernando González Ollé, ed. Carmen Saralegui Platero y Manuel Casado Velarde, Pamplona, Eunsa / Gobierno de Navarra, 2002, pp. 101-119.

[7] Ver Carlos Mata Induráin, «Teatro y fiesta en el siglo XVII: las comedias burlescas y el Carnaval», en José María Díez Borque (dir.), Esther Borrego Gutiérrez y Catalina Buezo Canalejo (eds.), Literatura, política y fiesta en el Madrid de los Siglos de Oro, Madrid, Visor Libros, 2009, pp. 335-353.

[8] Ver Alberto Rodríguez Rípodas, «La autoparodia en el Siglo de Oro: Castigar por defender de Rodrigo de Herrera (1652 y 1662)», en Actas del V Congreso Internacional de Hispanistas, Málaga, Editorial Algazara, 1999, pp. 513-533.

[9] Ver Carlos Mata Induráin, «El “noble al revés”: el anti-modelo del poderoso en la comedia burlesca del Siglo de Oro», Literatura. Teoría, Historia, Crítica (Bogotá, Colombia), 6, 2004, pp. 149-182; y «Reyes de la risa en la comedia burlesca del Siglo de Oro», en Luciano García Lorenzo (ed.), El teatro clásico español a través de sus monarcas, Madrid, Fundamentos, 2006, pp. 295-320.

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