Estos reyes ridículos de las comedias burlescas no pueden menos de conceder cargos o dar nombramientos ridículos[1]: el Emperador da a un cortesano el cargo de Veedor de los cedaceros (El castigo en la arrogancia[2], v. 103) o de camarero de sus toros (Castigo, v. 527); Alejando Magno nombra a Apeles, no pintor de cámara, sino su «pintamonas» (Darlo todo y no dar nada[3], vv. 379-380); en El rey don Alfonso, el de la mano horadada[4] tenemos un largo pasaje (vv. 290-336) en el que el rey Almanzor va concediendo varios cargos a su invitado cristiano (Conde de Alcorcón, Marqués de Caramanchel, Duque de Hortaleza, Almirante, Chanciller Mayor), ante la sorpresa de sus consejeros Celimo y Tarfe, y don Alfonso califica esos nombramientos como «nefandas mercedes» (v. 315):
REY.- ¡Oh, Alfonso, noble infanzón!,
buena sea vuestra llegada.
¿Habéis hecho colación?ALFONSO.- Verte es cena muy sobrada.
REY.- Alzaos Conde de Alcorcón.
ALFONSO.- Tu Majestad no consienta
que yo intente tal desorden.REY.- Aparte. Con esto lavo mi afrenta:
esto es por ponerlo en orden.CELIMO.- ¿Mas que le quiere dar renta?
REY.- Don Alfonso, levantaos
Marqués de Caramanchel.ALFONSO.- Yo estoy bien, señor.
REY.- Alzaos,
que los que artillan las naos
no hacen fruta de sartén.ALFONSO.- No he de alzarme si Su Alteza
no lo mira de otro modo.REY.- Alzaos Duque de Hortaleza.
CELIMO.- Él se lo vendrá a dar todo.
TARFE.- Es terrible cuando empieza.
ALFONSO.- Cuanto más mi ser levantas
sobre mis humildes hombros,
más arrugados que llantas
y más tiernos que cohombros,
vas, señor, echando mantas.
Con tan nefandas mercedes
me tienes a tu servicio,
cautivo y preso entre redes.CELIMO.- O el rey no está en su juïcio,
o sabes lo que pretendes.
Alcaide, vele a la mano,
que es el rey un manirroto
y este Alfonso es un tirano.TARFE.- Celimo, tengo hecho voto
de no ayunar en verano.REY.- ¿No os levantáis?
ALFONSO.- Gran señor,
no mandes pase adelante
tan excesivo favor.REY.- Pues levantaos Almirante
y mi Chanciller Mayor.CELIMO.- Ya escampa; mejor le lleve
un ángel de patas negras;
¿has visto a lo qué se atreve?
¡Quién tuviera aquí mil suegras
para enterrarlas en nieve!ALFONSO.- Pues tanto mi ser abonas,
quiero hacer lo que me mandas (vv. 290-336).
También podemos mencionar algunos casos de embajadas ridículas: a la ya mencionada de Alazán en Castigo, añádase la presencia de dos embajadores completamente ridículos[5] en El desdén con el desdén[6]: «Salen cada uno por su lado, los dos embajadores con coletos, botas, espuelas y alforjas al hombro» (v. 1437 acot.).
En fin, en algunas de estas comedias burlescas se alude a las pretensiones de los cortesanos; podemos recordar lo señalado sobre los «ducientos pretendientes» en Mayor hazaña, donde también se habla de «un figura / muy preciado de noble y de valiente» (vv. 1339-1340); encontramos asimismo referencias a «caballeros mojarrillas» (El cerco de Tagarete[7], v. 367); a «un caballero / que es pastelero en Ocaña» (Castigo, vv. 53-54); a la cabaña de nobles (Constante, v. 63); a «morir de cortesano» (Mariscal, v. 1258), etc.[8]
[1] Esta entrada forma parte del Proyecto «Autoridad y poder en el teatro del Siglo de Oro. Estrategias, géneros, imágenes en la primera globalización» del Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España (FFI2014-52007-P).
[2] El castigo en la arrogancia, en Comedias burlescas del Siglo de Oro, tomo IV, ed. de Alberto Rodríguez, Madrid / Frankfurt am Main, Iberoamericana / Vervuert, 2003. En adelante, abrevio Castigo.
[3] Pedro Lanini, Darlo todo y no dar nada, en Comedias burlescas del Siglo de Oro, ed. de Ignacio Arellano, Celsa Carmen García Valdés, Carlos Mata y M. Carmen Pinillos, Madrid, Espasa Calpe, 1999.
[4] Anónimo, El rey don Alfonso, el de la mano horadada, ed. de Carlos Mata, Madrid / Frankfurt am Main, Iberoamericana / Vervuert, 1998.
[5] Encontramos la parodia de un Gobernador en Escarramán, vv. 203 y ss., 336-341, etc. Ridículo es todo el inicio de la Jornada III, en relación con el tema de la honra, cuando este Gobernador deja a su hermana encerrada en un círculo de almagre.
[6] El desdén con el desdén, en Comedias burlescas del Siglo de Oro, tomo IV, ed. de Alberto Rodríguez, Madrid / Frankfurt am Main, Iberoamericana / Vervuert, 2003. En adelante, abrevio El desdén.
[7] El cerco de Tagarete, ed. de Juan Manuel Escudero y Celsa Carmen García Valdés, en Comedias burlescas del Siglo de Oro, tomo III, ed. del GRISO dirigida por Ignacio Arellano, Madrid / Frankfurt am Main, Iberoamericana / Vervuert, 2002.
[8] Ver para más detalles Carlos Mata Induráin, «El “noble al revés”: el anti-modelo del poderoso en la comedia burlesca del Siglo de Oro», Literatura. Teoría, Historia, Crítica (Bogotá, Colombia), 6, 2004, pp. 149-182; y «Reyes de la risa en la comedia burlesca del Siglo de Oro», en Luciano García Lorenzo (ed.), El teatro clásico español a través de sus monarcas, Madrid, Fundamentos, 2006, pp. 295-320. Entre la bibliografía más reciente destaco el trabajo de Ignacio Arellano, «La degradación de las figuras del poder en la comedia burlesca», Bulletin of the Comediantes, 65:2, 2013, pp. 1-19.