«Corte de corteza» de Daniel Sueiro: breve apunte sobre el estilo

Daniel Sueiro quiso llegar con Corte de corteza[1] a un gran número de lectores, de ahí la sencillez y claridad de su estilo. Hemos visto en entradas anteriores que utiliza técnicas narrativas novedosas, pero su relato nunca se hace oscuro o ininteligible, como señala José Domingo:

Sueiro ha sabido escoger certeramente el estilo idóneo para su novela. El aire trepidante, raudo, de la vida neoyorkina, con su alternancia —sin signos ortográficos distintivos— de las descripciones del novelista y el diálogo interior de los protagonistas, la magnífica descripción de la operación, que parece copiada de una alucinante y lúcida realidad, el ritmo siempre creciente de una acción en la que, al lado de los sangrientos sarcasmos, figuran las notas humanas, la piedad por el desvalimiento de algunas de sus criaturas…[2].

A ese ritmo rápido se refiere también Ana María Navales:

La novela está escrita en un estilo conciso, trepidante, en el que contribuye a acelerar el ritmo de la narración el uso repetido y casi abusivo de la conjunción y en algunos momentos. Otras veces, por el contrario, la eliminación de toda clase de unión entre las palabras, la enumeración progresiva de objetos y sensaciones, le hacen adquirir a la prosa un tono telegráfico, que unido a una puntuación arbitraria o sin signos ortográficos, que distingan la descripción del autor del diálogo interior de los personajes, confiere un clima rápido y confuso a su prosa. Sueiro maneja aquí más recursos estilísticos que en obras anteriores: voces onomatopéyicas […], el empleo de la palabra etcétera para sugerir lo que está en el ambiente o para descargarse de mayores enumeraciones o como si él mismo se fatigase con sus propias disquisiciones. El diálogo está reducido al mínimo y el punto de vista del autor fluctúa entre la primera y la tercera persona, mezclándolas en ocasiones, uniendo diálogos de los distintos protagonistas sin una diferenciación. Esto, unido a un lenguaje no demasiado rico ni expresivo, contribuye a crear un tono uniforme y confuso, también intrincado, el que Sueiro ha elegido para pronunciarse contra la falsa civilización que estamos padeciendo[3].

Corte de corteza, de Daniel Sueiro

No encontramos en la prosa de Corte de corteza notas líricas o coloristas, pero sí algunos recursos retóricos; así, abundan las enumeraciones caóticas, como esta en la que la acumulación de objetos pone de relieve los efectos de la masacre:

… cuerpos inmóviles, cuerpos gimientes, brazos alargados y torcidos, brazos ocultos por el cuerpo, cabezas inclinadas, cuellos sangrantes y vueltos, piernas rotas, piernas descoyuntadas y pies descalzos, zapatos. Papeles, bolsos, carteras negras rectangulares (pp. 12-13).

Y también los paralelismos, para subrayar pasajes especialmente significativos:

No había restos que salvar, trozos que recomponer, rescoldos que avivar ni piltrafas que recoger (p. 111).

Ejemplos de onomatopeyas son «chup, chup, chup» para sugerir el sonido de los disparos o «tac, tac, tac» también para los disparos y para el ruido de un helicóptero. Como es lógico, dado el tema de fondo (el trasplante de cerebro), aparecen con frecuencia tecnicismos de la medicina: dolantina, craneotomía, clampar, glicerol, electro-oxigenador, gestarina, talidomida, toposcopio, sicometrías, imurán, hiperina… Mencionaré la abundancia de perífrasis, especialmente para designar, con mayor o menor respecto, a los doctores: Blanch es el «pequeño reyezuelo del quirófano» (p. 30), sus compañeros, «magos de la medicina» (p. 271), «sabios hechiceros de bata blanca» (p. 271) o una «pandilla de matarifes» (p. 136). En otra ocasión se dice que, con sus máscaras tapándoles las bocas, «parecen delincuentes, facinerosos, salteadores de caminos realizando un trabajo prohibido por la ley» (p. 171). Por último, cabe destacar también como rasgo de estilo el «sarcasmo y el disolvente poder del humor, típicos del arte narrativo de este autor»[4].


[1] La edición manejada es la de Madrid / Barcelona, Alfaguara, 1969.

[2] José Domingo, «Dos novelistas españoles: Elena Quiroga y Daniel Sueiro», Ínsula, 232, marzo de 1966, p. 3.

[3] Ana María Navales, Cuatro novelistas españoles: M. Delibes, I. Aldecoa, D. Sueiro, F. Umbral, Madrid, Fundamentos, 1974, p. 196. Y más adelante (p. 202) añade sobre el lenguaje: «La enorme intuición que tienen los escritores gallegos para utilizar el castellano está casi ausente en Sueiro. No depura, apenas corrige, pero a esto hay que añadir su excesiva sobriedad, su popularismo y taquismo».

[4] Palabras preliminares de la edición de 1982 de Corte de corteza. Ver para más detalles Carlos Mata Induráin, «Experimentación narrativa y crítica social en Corte de corteza (1969), de Daniel Sueiro», en Concepción Martínez Pasamar y Cristina Tabernero Sala (eds.), Por seso e por maestría. Homenaje a la Profesora Carmen Saralegui, Pamplona, Eunsa, 2012, pp. 387-408.

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