«Doña Urraca de Castilla» de Navarro Villoslada: estructura y narrador

DoñaUrracaDeCastilla.jpgEsta novela de Francisco Navarro Villoslada[1] consta de cuatro libros de ocho, once, ocho y siete capítulos; como preliminares figuran una dedicatoria a sus tíos canónigos, don Lucas y don Félix Navarro Villoslada, y un «Prólogo» en el que se explicita que la fuente de inspiración ha sido la Historia Compostelana; tras el texto propiamente dicho siguen tres apéndices en los que el autor añade noticias sobre las peregrinaciones a Santiago y sobre los libros de caballerías y explica sus «Errores, descuidos y erratas». En general, los sucesos siguen un orden cronológico lineal (toda la acción transcurre en unos pocos días), salvo cuando se intercalan algunas historias, relacionadas con el hilo novelesco, que recuperan tiempo pasado: la de los Moscosos, don Bermudo y don Ataúlfo; la de Ramiro y Nuña, en la conversación entre la reina y el obispo; o la de Constanza, contada por la dueña Mauricia a Elvira, con la inclusión de la «Confesión de Constanza».

En la novela encontramos un narrador omnisciente en tercera persona que va controlando todos los resortes de la acción y que continuamente se hace presente en el texto, no solo juzgando a los personajes y los hechos —es decir, que toma partido en lo que cuenta—, sino también con sus continuas llamadas de atención al lector («lo que el lector ha visto y adivinado en el capítulo precedente», «ya sabe el lector lo que sucedió», «el lector está bien enterado»…). El narrador se sitúa en un momento contemporáneo al de la escritura de la novela, contemplando desde fuera la historia que narra; se repiten las expresiones «entonces», «en aquellos tiempos», «en aquella época», «en aquel tiempo», que marcan su lejanía respecto a la época en que se sitúa la acción, la Edad Media; habla del «negro cuadro de las costumbres y carácter del siglo XII» y señala que tratará de reflejar «el espíritu de aquella época, una de las más oscuras y singulares de nuestra historia». De la misma manera, el narrador marca su presencia como organizador del discurso narrativo con distintas fórmulas que ordenan la materia novelesca. Cuando se producen de forma simultánea acontecimientos igualmente interesantes o cuando distintos grupos de personajes requieren su atención, él selecciona el material que entra en cada caso. En fin, es habitual que el narrador introduzca al hilo de los sucesos algunas afirmaciones de carácter general, a veces de tono moralizante, o digresiones sobre temas diversos[2].


[1] Para el autor, remito a mi libro Francisco Navarro Villoslada (1818-1895) y sus novelas históricas, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1995, donde recojo una extensa bibliografía. Y para su contexto literario ver Carlos Mata Induráin, «Estructuras y técnicas narrativas de la novela histórica romántica española (1830-1870)», en Kurt Spang, Ignacio Arellano y Carlos Mata (eds.), La novela histórica. Teoría y comentarios, Pamplona, Eunsa, 1995, pp. 145-198; 2.ª ed., Pamplona, Eunsa, 1998, pp. 113-151.

[2] Ver para más detalles Carlos Mata Induráin, «Navarro Villoslada, Doña Urraca de Castilla y la novela histórica romántica», estudio preliminar a Doña Urraca de Castilla: memorias de tres canónigos, ed. facsímil de la de Madrid, Librería de Gaspar y Roig Editores, 1849, ed. de Carlos Mata Induráin, Pamplona, Ediciones Artesanales Luis Artica Asurmendi, 2001, pp. I-XXV.

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