(Hoy es Navidad, y la Princesa, los dos Guerreros y el Guardián de la Ínsula Barañaria también quieren desear unas muy felices Fiestas a todos los insulanos, es decir, a todos los que visitan este blog regular o esporádicamente…)
En la época áurea, es imposible olvidarse del Fénix de los ingenios españoles, el inmortal Lope de Vega, autor que nos dejó numerosos villancicos y coplas navideñas de subida belleza. Ciertamente, solo con poemas de Lope se podría compilar una magnífica antología de poesía de Navidad. Cabe destacar, por ejemplo, su poema titulado «El sol vencido», un romance endecha que refiere los celos que de María tiene el astro sol «porque vio en sus brazos / otro Sol mayor». Muy hermoso es «Campanitas de Belén», que comienza así:
Campanitas de Belén,
tocad al Alba que sale
vertiendo divino aljófar
sobre el Sol que della nace,
que los ángeles tocan,
tocan y tañen,
que es Dios hombre el Sol
y el Alba su madre:
din, din, din, que vino en fin,
don, don, don, San Salvador,
dan, dan, dan, que hoy nos le dan,
tocan y tañen a gloria en el cielo
y en la tierra tocan a paz.
Lo reproduzco entero en otra entrada del blog. Otro romance, «El evangelio de san Juan», parafrasea en verso ese célebre pasaje evangélico en que se nos anuncia que «El Verbo carne se hizo». Otro «Al Nacimiento» evoca a los pastores guardando el ganado y el aviso angelical:
¡Gloria a Dios en las alturas,
paz en la tierra a los hombres,
Dios ha nacido en Belén
en esta dichosa noche!
Los pastores se acercan al portal con palmas y laureles y el Niño sonríe; y la composición se remata con una petición al alma para que ella también ofrezca a Jesús sus dones. Y todavía podríamos seguir citando versos del gran Lope. Así, su villancico «Al Nacimiento del Hijo de Dios», que lleva por estribillo[1]:
Norabuena vengáis al mundo,
Niño de perlas,
que sin vuestra vista
no hay hora buena.
Pero, quizá, los más famosos versos navideños del Fénix sean aquellos tantas veces antologados:
Las pajas del pesebre,
niño de Belén,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.Lloráis entre las pajas
de frío que tenéis,
hermoso Niño mío,
y de calor también.Dormid, Cordero santo,
mi vida, no lloréis,
que si os escucha el lobo,
vendrá por vos, mi bien.Dormid entre las pajas,
que aunque frías las veis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.Las que para abrigaros
tan blandas hoy se ven
serán mañana espinas
en corona cruel.Mas no quiero deciros,
aunque vos lo sabéis,
palabras de pesar
en días de placer.Que aunque tan grandes deudas
en paja cobréis,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.Dejad el tierno llanto,
divino Emanuel,
que perlas entre pajas
se pierden sin por qué.No piense vuestra madre
que ya Jerusalén
previene sus dolores
y llore con José.Que aunque pajas no sean
corona para Rey,
hoy son flores y rosas,
mañana serán hiel.
Hermosos versos en los que, además de cantarse la alegría por el nacimiento («flores y rosas»), se anticipa el dolor («hiel») de la Pasión.
[1] Y otros poemas repiten distintos estribillos: «con unos ojuelos mira / que penetra el corazón»; «Quedito, que duerme ahí», etc.
FELIZ NAVIDAD
¡Feliz Navidad también para ti, Azucena!
Lope de Vega tenía entre sus méritos literarios la frescura, la aparente facilidad de sus composiciones que a mi me parece no un demérito sino un dominio del lenguaje habitual, del lenguaje «coloquial» diríamos ahora. Y lo cierto es que hoy hace vibrar a los lectores imagino que incluso tanto o más que en su momento. De todos es sabido que era el poeta más estimado por Pepe Hierro, muy dado este a utilizar el lenguaje cotidiano. Quizá, además de los incluidos por tí, hay uno muy conocido que a mí me sigue fascinando, por la capacidad ritmica singular y cambiante, por las distintas medidas y por la ternura humana y dominio literario Ha atravesado los siglos y está aquí, igual que el primer día :»Pues andáis en las palmas», una canción de cuna preciosa
De acuerdo en todo, Charo. Y sí, ese poema que mencionas también podría haber estado en la selección. Lo copio aquí (sacado de Internet, que es lo que tengo más a mano…):
Pues andáis en las palmas,
ángeles santos,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
Palmas de Belén
que mueven airados
los furiosos vientos
que suenan tanto:
no le hagáis ruido,
corred más paso,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
El niño divino
que está cansado
de llorar en la tierra
por su descanso,
sosegar quiere un poco
del tierno llanto.
Que se duerme mi niño,
tened los ramos.
Rigurosos yelos
le están cercando,
ya veis que no tengo
con qué guardarlo.
Ángeles divinos
que vais volando,
que se duerme mi niño,
tened los ramos.
Muy bonito y muy apropiado.
Gracias, Fermín, por tus palabras. No se me ocurrió nadie mejor que Lope para la entrada del 25 de diciembre…