El soneto de Sor Juana Inés de la Cruz, editado bajo el epígrafe «En que da moral censura a una rosa, y en ella a sus semejantes», muestra el traslado del tópico de la brevedad de la rosa (como tantos otros propios de la literatura aurisecular) a tierras americanas. En el texto encontramos motivos ya muy conocidos («la cuna alegre y triste sepultura», v. 8; «Cuán altiva en tu pompa presumida / soberbia el riesgo de morir desdeñas», vv. 9.-10; «caduco ser», v. 12), que se van imbricando en un soneto de estructura perfecta y gran elaboración retórica, rematado con los dos últimos versos que encierran, de forma grave y sentenciosa, la lección moral del desengaño barroco: «Conque con docta muerte y necia vida / viviendo engañas y muriendo enseñas».
Rosa divina, que en gentil cultura
eres con tu fragante sutileza
magisterio purpúreo de belleza,
enseñanza nevada de hermosura,amago de la humana arquitectura,
ejemplo de la vana gentileza,
en cuyo ser unió naturaleza
la cuna alegre y triste sepultura.¡Cuán altiva en tu pompa presumida
soberbia el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogidade tu caduco ser das mustias señas!
Conque con docta muerte y necia vida
viviendo engañas y muriendo enseñas[1].