«De cuán graciosa y apacible era la belleza de la Virgen Nuestra Señora», soneto de Luis Rosales

Tota pulchra es, amica mea, et macula non est in te.

Vaya para el día de hoy, festividad de la Inmaculada Concepción, este hermoso soneto de Luis Rosales (perteneciente a su poemario Retablo de Navidad), sin comento, pero acompañado de uno de los cuadros que Francisco de Zurbarán dedicó a este tema:

Inmaculada Concepción de Zurbarán (Budapest)

Alba, mírala bien, mira el lucero
de miel, casi morena, que trasmana
un rubor silencioso de milgrana
en copa de granado placentero;

la frente como sal en el estero,
la risa con repique de campana
y el labio en que despunta la mañana
como despunta el sol en el alero.

¡Alba, mírala bien! y el mundo sea
heno que cobra resplandor y brío
en su mirar de alondra transparente;

aurora donde el cielo se recrea,
¡aurora Tú que fuiste como un río,
y Dios puso la mano en tu corriente![1]

[1] Cito por Luis Rosales, Obras completas, vol. I, Poesía, Madrid, Trotta, 1996, pp. 222-223. Es el poema número 9 de Retablo de Navidad. En el primitivo Retablo sacro del nacimiento del Señor, Madrid, Escorial, 1940, figura en la p. 34 y es el poema número 5; ahí aparece con cuatro variantes significativas: «Venid, alba, venid; ver el lucero» (v. 1); «la mano amiga como luz cercana» (v. 6); «con sonrisa de almendro tempranero» (v. 8); «¡Venid, alba, venid!; y el mundo sea» (v. 9).

3 comentarios en “«De cuán graciosa y apacible era la belleza de la Virgen Nuestra Señora», soneto de Luis Rosales

    • Estimado Ignacio:

      Tienes toda la razón, y ya está corregido el «desaguisado». El poema es, en efecto, de Luis Rosales, de la obra que mencionas (Retablo de Navidad, en su versión definitiva). En Internet el soneto figura atribuido, en varias ocasiones, a Gerardo Diego, y ahí fue donde me equivoqué. Siempre me gusta citar los textos por ediciones fiables, cosa que no hice en esa ocasión, y ahí se produjo el error, subsanado ahora gracias a tu utilísimo comentario. Te quedo, pues, muy agradecido.

      Un cordial saludo,

      Carlos Mata Induráin

  1. Pingback: Poesía de Navidad: el «Villancico de las estrellas altas», de Luis Rosales | Ínsula Barañaria

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